(Este texto, junto a otros que iré publicando, son la conversión a artículos de hilos de Twitter que he ido haciendo en la cuenta @280Por).
RoboCop (1987) es la segunda película estadounidense del neerlandés Paul Verhoeven. En ella, confluyen muchos elementos y se tratan varios temas. Yo solo hablaré de uno de esos elementos (la televisión) y de uno de esos temas (la crítica que el director hace del capitalismo). Filtrada a través de su personal y, a menudo excesivo, sentido del humor, Verhoeven es uno de los directores con mayor sensibilidad hacia la idea de género cinematográfico: en sus películas siempre hay herramientas, unas veces más llamativas, otras más sutiles, que el espectador podrá usar si quiere para dinamitar el género desde dentro. En Elle (2016) lleva su trabajo sobre los géneros hasta al extremo al realizar una película que va pasando de un género a otro (thriller, terror, comedia, drama psicológico…) casi sin que nos demos cuenta. En RoboCop el género a dinamitar es el de la ciencia ficción y, más concretamente, el ciberpunk. No se trata, en todo caso, de que el director no respete el material que trabaja. Al acercar sus películas a la parodia, se sitúa en un escenario cómodo para él donde puede jugar todos los elementos con mayor libertad. Gran parte de los recursos que veremos a continuación no hubieran podido ser usados, con la libertad con la que Verhoeven los usa, en una película que no contuviera un cierto grado de parodia. Así, el humor y el exceso que, en parte, han hecho de RoboCop una película de culto, son ya de por sí una herramienta cinematográfica: los fundamentos que el director necesita para desarrollar toda su magia.
Tras los títulos de crédito, la película se abre con un noticiario televisivo. En esta apertura ya podemos ver lo que la televisión es para Verhoeven: un espacio donde la información, las guerras, las empresas y la publicidad se entremezclan y se vuelven una misma cosa.
La idea que se trabaja desde el inicio de la película es la de que existe un espacio televisivo que convierte en un producto de consumo todo lo que está dentro de la pantalla. Diversos anuncios que irán apareciendo en varios momentos de la película nos lo recordarán. En este primer anuncio, por ejemplo, podemos ver a una familia jugando a un juego de mesa. Se trata de un juego sobre la Guerra Fría. De forma rápida el espectador puede darse cuenta de que la televisión es capaz de banalizarlo todo, de que incluso la guerra es un producto de consumo y de que la televisión es capaz de llevar la guerra a un espacio tan íntimo como el familiar.
Entremos a la historia. El policía Alex J. Murphy (Peter Weller) acaba de llegar a la comisaría de Detroit. En su primer día de patrulla, podemos ver como trata de aprender a enfundar su arma como un personaje de televisión, tal y como le muestra a su compañera Anne Lewis (Nancy Allen). El personaje al que intenta imitar es el protagonista de una serie que le gusta a su hijo. Se entiende que lo que Murphy pretende con ese gesto es convertirse en un héroe para su hijo. Vuelve la idea televisiva: para conseguir tener éxito familiar, Murphy debe de convertirse, en parte, en un personaje de ficción.
Después llega el momento en que Clarence Boddicker (Kurtwood Smith) y su banda masacran a disparos a Murphy. Boddicker que es aparentemente el jefe del crimen organizado, trabaja en realidad para Richard “Dick” Jones (Ronny Cox).
Jones es el vicepresidente de la Omni Consumer Products (OCP), la empresa tecnológica que dirige a la policía, y el verdadero malo de la película. Verhoeven ya nos ha presentado al personaje en el telediario que abre la película. Que la primera vez que vemos a este personaje sea a través de una pantalla no es ninguna casualidad.
Jones aparecerá repetidamente en pantallas. Se le verá en una pantalla tanto para publicitar a su empresa, como para anunciarle a alguien que le van a matar por orden suya. La asociación entre pantallas, empresas, publicidad y crimen queda así reforzada. Verhoeven acaba creando la sensación de que al hablar Jones la que habla es la televisión misma.
Volvamos a Murphy. Desde que le han disparado pasamos a ver subjetivos suyos. Es decir, pasamos a ver lo que él ve. Tanto lo que en ese momento le rodea, como sus recuerdos. A partir de este momento la película se llenará de subjetivos. A través de sus ojos vemos a su familia. La familia representa la vida que Murphy está perdiendo. Este travelling de alejamiento simboliza que Murphy va alejándose y despidiéndose de la vida. Este es un buen ejemplo del juego que he apuntado al inicio: un plano tan descaradamente simbólico quedaría forzado en cualquier película que no tuviera un cierto grado de parodia. En este sentido, Verhoeven me recuerda a Douglas Sirk. Sirk usaba el melodrama porque este le permitía no tener que contenerse en el uso de elementos simbólicos (si alguien está furioso el viento sopla y un remolino de hojas vuela frente a la cámara, etc.).
Podemos ver otro ejemplo de plano simbólico en este movimiento de cámara. En este subjetivo, la mirada de Murphy realmente emprende un viaje al interior de la televisión. Igual que con el plano anterior se nos mostraba que Murphy se estaba despidiendo de la vida, con este se nos dice que está entrando en el mundo de la pantalla: está atravesando la pantalla y yendo al otro lado. En el fondo, este movimiento de cámara es el verdadero momento en que Murphy se convierte en RoboCop. En la televisión vemos al héroe de su hijo, al que él intentaba imitar con el movimiento de la pistola. La ironía es que si el imitar al personaje le podía comportar el éxito familiar, ahora que, efectivamente, se va a convertir en el personaje, perderá a su familia.
Ahora la OCP transforma a Murphy en RoboCop. Es la conversión de un hombre en una máquina y, para ser más exactos, en una máquina propiedad de la OCP. ¿Cómo nos lo muestra Verhoeven? Haciendo que su visión sea similar a la de una pantalla.
¿Por qué nos ha enseñado Verhoeven tantas veces anuncios y cosas que salen por la pantalla? Para preparar este momento. Ahora que Murphy se ha convertido en RoboCop mira desde el otro lado de la pantalla,está encerrado en la pantalla. Y Verhoeven nos ha dejado claro que lo que hay dentro de la pantalla son productos de consumo. Ahora Murphy ha dejado de ser un hombre y ha pasado a ser una mercancía. Para reforzar aún más la idea, la primera vez que vemos a RoboCop lo hacemos dentro de un televisor (a la izquierda de la imagen), el espacio en el que desde ahora está atrapado.
Todo lo anterior nos lo recordará una y otra vez poniendo muchos subjetivos de RoboCop. Sin embargo, algo de Murphy ha sobrevivido a la transformación. Algo que hará que Lewis, su compañera, le reconozca y eso es el gesto de enfundar el arma. Ahora que es un personaje televisivo, un "héroe" el gesto le sale bien. No deja de ser curioso que el gesto con el que él quería emparentarse con lo televisivo sea ahora un recordatorio de su humanidad y de su identidad.
Los recuerdos de Murphy vuelven en sus sueños y en estos él ve con nitidez, no como en una pantalla. Los recuerdos dolorosos se empiezan a abrir paso a través de la televisión. Murphy se empieza a manifestar en RoboCop. Aquí encontramos el mensaje de la película. El capitalismo nos quiere convertir en productos, pero, aún así, la humanidad persiste. El verdadero protagonista de la película es Murphy, no RoboCop: RoboCop es, en cierto sentido, la prisión de la que Murphy debe escapar si quiere volver a ser humano.
Queriendo recuperar su humanidad, saber quién es, RoboCop irá a la que fue su casa familiar, ahora abandonada. En ella, un vendedor a través de una pantalla le tratará como a un posible comprador.
A medida que camina por la casa, sus recuerdos del pasado rompen la visión televisiva de RoboCop. Murphy, su identidad, su humanidad, no puede ser representado con una visión televisiva. Murphy no es un producto. Si cuando moría, el movimiento le llevaba dentro de la pantalla, ahora que está recuperando su humanidad consigue detener el movimiento y ver el rostro de su hijo.
Alterado por los recuerdos que ha recuperado, RoboCop/Murphy romperá muy simbólicamente la pantalla del vendedor. Vendedor que, justamente, estaba tratando de convertir en mercancía el lugar de sus recuerdos.
Cuando trate de detener a Jones, el verdadero responsable de su "muerte”, reaparecerá la visión televisiva para recordarle que es un producto propiedad de una empresa. La Directiva 4 le impide detener a uno de su propietarios.
Dañado, tendrá que quitarse el casco, recuperar su verdadero rostro y ver a través de sus propios ojos para vencer al vicepresidente de la OCP. Y ¿cómo logra denunciar y vencer a Jones?
Lo que hace es mostrar a Jones como lo que realmente es: alguien que pertenece al mundo de la pantalla. En su memoria Murphy/RoboCop tenía una grabación en la que Jones confesaba alguno de sus crímenes. Verhoeven multiplica los televisores para remarcar la idea, Jones, como ya se ha apuntado antes, es la televisión misma, su representación simbólica. Exponer sus crímenes es, sobre todo, denunciar que él es la televisión.
Así el protagonista habrá conseguido superar al objeto de consumo en el que trataban de convertirlo. Por ello, cuando al final de la película le preguntan qué quién es, podrá responder, con su humanidad recuperada y una sonrisa, "Murphy".
RoboCop es el viaje y la lucha de un hombre al que transforman en una mercancía para conseguir recuperar su humanidad. Para finalizar, quisiera recordar que la película fue hecha con un presupuesto bastante bajo. Verhoeven, barroco y humorista, supo convertir unos elementos visuales sencillos y económicos en un medio para expresar lo que quería. Y eso nos habla de su genio.
me encanto esa película .lo mas importante para mi, fue que a pesar de tanto maltrato no se olvido de su familia.