Una mañana me vi al espejo y
Pude notar que ya mi cara no era igual.
Tenía la mirada distante, seca y atormentada.
Pude ver que ya mis ganas de amarte no eran como las de antes.
Sentí nada al mirarte
Y menos al besarte.
Ya lo había sentido antes pero por cosas decidí ignorar esa falta de interés de mi parte.
Decidí no prestar atención para no lastimarte, sin darme cuenta que mentirnos no nos llevaría a ninguna parte.
Ignorante fui al pensar que no ibas a darte cuenta, al punto que cuando decidí enfrentarte y decirte lo que pasaba, ya estabas tan casada que pude sentir lo aliviada con cada palabra que de mi brotaba.
Me diste las gracias por tener el valor que a ti te faltaba y liberarnos de estar juntos cuando ya no sentíamos nada.