Sí, tú, la persona que está leyendo esto, voy a ir directo al grano: no se sabe qué es la motivación. No podemos encontrar una respuesta; si no sabemos en sí qué es la motivación, ¿cómo podemos incrementar o fortalecerla? Seré breve.
Es un asunto tan complejo en el ámbito de la psicología que, como primer consejo, recomendaría alejarse de cualquier individuo que ofrezca un sistema o método infalible para ser la persona con mayor motivación y energía del planeta. Bien es cierto que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Pero en estos asuntos suele suceder lo contrario: que lo bueno, si es muy simple, quizá tengamos gato en vez de liebre.
Voy a cambiar la pregunta: ¿para qué estar motivados? Entiendo que la pregunta inicial nos la podemos hacer porque constatamos una falta, una necesidad: tenemos que alcanzar unos objetivos y unos metas en la vida, por los motivos que sean, y no sabemos de dónde sacar las energías para ello. Y he aquí el problema.
El problema surge al entender la motivación como causa, como si fuese un manantial de energía vital que nos propulsa a realizar acciones cuando, de hecho, se puede entender desde el punto contrario: la motivación como consecuencia, como algo que sentimos conforme actuamos en nuestro mundo. Seré concreto con un ejemplo cotidiano como es el gimnasio. Es común encontrarse a una persona lamentándose de "no tener motivación" para ir al gimnasio. Se siente mal, cansada, demora el prepararse para, al final, no ir. Y no pasaría nada, quizá simplemente era verdad que estaba cansada, nada más. Pero conocemos a los que denominaré como "buscadores sistemáticos de motivación", los que rozan la procrastinación, es decir, personas que evitan hacer algo porque no están motivadas, no cumplen, y al día siguiente otra vez a empezar el ciclo, pero sintiéndose cada vez más culpables. Un círculo vicioso que termina por arrastrarnos al malestar.
Y ahí es donde entra un concepto diferente: la determinación. ¿Por qué acudió esa persona a un gimnasio? ¿Qué era importante para ti conseguir en ese lugar? Cuando se vive acorde a nuestras metas y deseos, si bien podemos fallar algunas veces porque somos humanos, también somos capaces de mantenernos constantes en una actividad a cumplir. Vivimos empujados por nuestros valores, incluso sintiendo malestar y desgana cumplimos, damos el callo, luchamos, nos esforzamos, se cede un poco para coger fuerzas y volvemos a estirar, eso es la determinación. Vivir determinado es vivir cuidando de nosotros, de nuestro futuro, y de lo que -antes de morir- queremos contemplar como el paisaje de nuestra vida: entonces, al final, podremos mirar atrás y disfrutar de la satisfacción del cumplimiento. No necesitamos motivación para seguir adelante, seguimos adelante para vivir motivados.