En esta ocasión quiero compartir con la comunidad un tema que actualmente está representando un nivel de trascendencia muy alto para la estabilidad tecnológica, económica y geopolítica mundial, me refiero a la escasez que se ha generado desde hace aproximadamente un año en la industria de los circuitos integrados o chips. Para muchos esto puede parecer algo que solo afecta a quienes desean comprar una computadora o teléfono celular de última generación y que solo ocasionará que se retrase un poco (quizá hasta el próximo año) la llegada al mercado de dispositivos de alta gama como el iPhone 13 o que se produzca un significativo encarecimiento de las tarjetas gráficas de última generación. Sin embargo, si piensas de ese modo, posiblemente estes pasando por alto la verdadera magnitud e impacto que puede alcanzar todo esto, las razones que lo produjeron y las consecuencias puntuales que se pudieran llegar a generar a causa de tan particular situación.
Para comenzar es necesario que sepamos lo que es un semiconductor, básicamente se trata de un tipo de material que en determinadas condiciones físicas (temperatura, presión, incidencia de la radiación...) permite el paso de la corriente eléctrica a través de sus átomos y en otras condiciones diferentes hace todo lo contrario, es decir que en esas otras condiciones impide el paso de la corriente eléctrica, por lo tanto, puede comportarse en un momento como un conductor y en otro como un aislante. Esa dualidad tan especial, hace que estos sean muy útiles para la fabricación de transistores, que son componentes electrónicos destinados a entregar una señal eléctrica (salida) en función de otra señal recibida (entrada), permitiendo así el procesamiento de información. Es por ello, que se ha vuelto común que en muchos casos cuando se menciona a los semiconductores, realmente se esté haciendo referencia a los circuitos integrados (microchips o simplemente chips) que se desarrollan mediante la aglutinación de enormes cantidades de transistores de tamaños extremadamente reducidos.
Por lo tanto, la actual crisis de los semiconductores es en esencia una fuerte escasez de microchips, la cual está causando no solo la desaparición del mercado de productos como las tarjetas de video para los equipos de computación, sino también una enorme dificultad para el correcto desempeño de industrias de todo tipo, entre las que destacan la de los electrodomésticos y la de los automóviles, ya que primeramente casi todo artefacto eléctrico y automóvil de hoy en día, contiene elementos electrónicos que requieren algún tipo de chips entre sus componentes, además las maquinas empleadas para realizar los procesos industriales que dan como resultado dichos productos, también contienen algún tipo de transistores que son esenciales para su funcionamiento. De modo que no se trata de una pequeña parte de la industria de la computación la que se está viendo afectada, sino de una porción muy grande de la industria en general a nivel mundial.
Eso significa no solo un retroceso en la economía de esas empresas, ya que al disminuir su producción se ven afectadas sus ganancias, sino que el número de empleados que depende de todas estas empresas directa o indirectamente es colosal, ya que no solo sentirán este recorte en la producción los empleados que pudieran resultar despedidos de sus trabajos debido a que esas compañías no están trabajando a su ritmo habitual, sino también los comerciantes aguas abajo que distribuyen esos productos y más abajo aun, quienes requieren de esos productos para desempeñar sus respectivas labores productivas cotidianamente. En definitiva, el impacto que puede llegar a tener esta crisis en la estabilidad económica del mundo es realmente significativo.
Cualquiera podría pensar que, tratándose de un problema de tal magnitud, simplemente hace falta que los gobiernos de las principales potencias tecnológicas del planeta, convoquen a las empresas más importantes del ramo y las ayuden financieramente a expandir sus capacidades de producción, así se podría igualar la oferta con la demanda, consiguiendo no solo superar la crisis sino también conseguir un importante crecimiento económico de sus economías. La cuestión está en que la industria de los semiconductores es de las más tecnificadas y complejas que existen, por lo tanto, ampliar las capacidades de producción de estas empresas es algo sumamente complicado, ya que se requiere para ello una enorme cantidad de recurso no solo económicos y de infraestructura, sino también de personal humano altamente calificado para desempeñar el trabajo requerido en el proceso de fabricación de microchips, pues estamos hablando de dispositivos cuyos elementos constitutivos presentan una escala que se mide en nanómetros (unidad de medida que corresponde a la millonésima parte de un milímetro) y una sola mota de polvo que ingrese al área de fabricación, puede significar millones de dólares en pérdidas.
El ciclo de fabricación de estos dispositivos tecnológicos es sumamente estricto y preciso, de modo que interrumpir la producción por tan solo unos meses, puede provocar un retraso que demore años en reanudar el ciclo a su ritmo normal, es así como la pandemia de Covid-19 pudiera haber tenido una repercusión muy importante en la continuidad del proceso. No obstante, el impacto más importante del virus en relación a la escasez actual de semiconductores, tiene relación principalmente con el confinamiento de los ciudadanos en casi todo el mundo, lo cual produjo un considerable crecimiento en la demanda de muchos equipos de computación, debido por un lado a que muchas personas ahora tenían más tiempo libre para dedicarse a actividades como por ejemplo los videojuegos, pero también por otro lado, la actividad laboral se volvió remota y para ello se necesitaron muchos más equipos de computación que permitieran a sus poseedores realizar teletrabajo.
Eso disparó la demanda, pero no fue el único factor que contribuyo a ese incremento, también la explosión en el uso de la tecnología Blockchain, el cual ya venía en expansión durante los últimos años, pero que se ha tenido una aceleración importante provocada en gran parte por el confinamiento a consecuencia de la pandemia, todo esto ha generado un aumento importante en la compra de equipos de computación y en especial tarjetas gráficas destinadas a la minería de criptomonedas. Otro ingrediente en el coctel que constituye esta crisis, puede hallarse en la guerra comercial que libran EEUU y China, para la cual los semiconductores representan una importancia mayúscula por ser el núcleo central de la tecnología actual, las sanciones impuestas por la administración estadounidense sobre empresas como Huawei, ponen en grandes dificultades el avance tecnológico del gigante asiático, ya que esta potencia oriental se encuentra ahora mismo en desventaja frente a Estados Unidos, ya que este país domina directa o indirectamente dicha industria.
Entre las empresas que lideran el ramo algunos de los nombres que más suenan son los de las estadounidenses Intel, AMD, Qualcomm, Broadcom, IBM, Nvidia, Micron... y las surcoreanas Samsung y SK Hynix, sin embargo, las dos empresas que realmente producen el mayor volumen son las taiwanesas TSMC y UMC, las cuales poseen cuotas de mercado de 28 y 13% respectivamente, lo que significa más del 41% entre ambas. Si tomamos en cuenta que Taiwán es una democracia pro estadounidense comprenderemos que EEUU y sus aliados dispone de un porcentaje que supera el 80% del mercado. Pero la cosa no se acaba allí, pues China produce también una porción significativa, ya que por sí sola, la principal productora de semiconductores china, la empresa SMIC, ostenta la tercera mayor cuota de mercado con un 11% y como es lógico imaginarlo, está ya está trabajando para incrementar sus capacidades.
Sabiendo que Taiwán es una pequeña isla ubicada a solo 200 km al sureste de la China continental y que China la considera oficialmente como parte de su territorio, además que en 2020 China aprovecho las condiciones producidas por la pandemia para acabar con la independencia de Hong Kong que es un centro financiero mundial, entonces cabe imaginar que siendo Taiwán poseedor de más de 40% de la capacidad instalada para el desarrollo de semiconductores, China podría estar deseando controlar esa capacidad con la que podría inclinar la balanza a su favor. Esa podría ser la razón por la que, la cantidad de violaciones del espacio aéreo de Taiwán por parte de aeronaves militares chinas, se ha incrementado enormemente en los últimos meses y la tensión política en la zona se ha venido calentando, al punto en que numerosos países de Asia se están organizando para hacer frente a China en una eventual guerra.
La posibilidad de una invasión de China a Taiwán no es algo descabellado, principalmente porque de forma oficial el gigante asiático tiene como meta anexar a esta isla nuevamente a su territorio antes del año 2049 cuando se celebra el centenario de su revolución comunista. Tampoco es algo fácil, ya que, aunque militarmente Taiwán no es rival para China, la isla cuenta con el apoyo de EEUU y buena parte de mundo occidental, además en caso de ocurrir una guerra, lo más probable es que se produciría la auto destrucción de su capacidad para producir semiconductores, lo que ocasionaría una crisis tecnológica mundial sin precedentes que demoraría años en superarse, de modo que emprender un ataque militar a Taiwán sería una decisión bastante complicada de tomar. El caso es que la magnitud de la crisis actual, pudiera llegar a escalar a proporciones incluso de una tercera guerra mundial, lo cual esperemos no ocurra y lo más pronto posible todo esto quede en el pasado.
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