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Un servidor leal del rey se dedicó a cumplir con sus deberes reales durante unos 10 años. Una vez, este fiel servidor suyo cometió un error en el cumplimiento de sus órdenes. El servidor le suplicó al rey por su error.
Como resultado, el rey ordenó a los guardias que enterraran su cuerpo con un perro. Se hicieron todos los preparativos para matar al sirviente. Cuando el sirviente vio que ya no tenía misericordia, se quejó al rey para que cumpliera solo uno de sus deseos.