La mujer en "El Calvario". Anécdota paranormal (parte 3-Final)

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2 years ago

Es aproximadamente las 10:30 de la noche, es una de las noches más frías que he sentido. Estoy con el compañero de guardia en el monumento llamado “Arco de la Federación” en las puertas del parque “Ezequiel Zamora”, al que los habitantes de la ciudad llaman “El Calvario”, se nos envió a mantener la restricción de entrada en horas nocturnas a cualquier transeúnte que pasara por ahí, motivado a que sus instalaciones estaban siendo restauradas, había importante material de construcción en varios sectores y para evitar su posible robo o hurto se nos ordenó cerrar todos los accesos y mantener recorridos a pie con ese fin.

Mi época como policía.

El compañero que me toco esa noche estaba muy inquieto, detestaba como la mayoría el patrullaje de punto, caminaba en círculos alrededor de la patrulla sin disimular su desagrado, quien sabe si por el servicio o la compañía, de estar ahí en ese lugar sin poder trasladarse por una avenida o calle de la capital. Viendo su evidente ansiedad le dije:

- ¡Oye! El servicio es punto y recorrido a pie, ¿te parece si caminamos hasta las escalinatas y vemos si hay un vendedor de café en la calle para que te calmes? -

El tipo se sonrió ante su comportamiento tan evidente, me hizo señas con el brazo para que lo siguiera, a lo que cerré el vehículo con llave y lo seguí en dirección a las escalinatas a ver si teníamos suerte y conseguíamos a un vendedor de café. Fuimos haciendo comentarios entre nosotros mismos sobre el parque, la pésima condición en la que estuvo por años, la inversión que se estaba haciendo para recuperarlo, lo lento que se pasaba el tiempo.

El café tenía buen sabor, era inevitable recordar las historias que se contaban en referencia a los vendedores ambulantes de café, cualquier cantidad de anécdotas sobre su falta de higiene y preparación dudosa, pero ante la necesidad de cafeína, en la calle, a altas horas de la noche es preferible asumir la filosofía de “ojos que no ven, corazón que no siente”. Un pequeño vaso de café a esas horas de la noche es algo revitalizante, te espanta el sueño y te anima un poco para poder continuar con tu guardia.

Ya de regreso, comenzamos a subir unas pequeñas escalinatas que conectaban con las plazas superiores. Mientras subíamos íbamos contemplando las estructuras centenarias en medio de una gran oscuridad, los dos hacíamos silencio pues era común conseguir gente en acciones indebidas en lugares como ese, así no nos confundiríamos si escuchábamos algún ruido. Mi compañero, quien iba delante de mí, se detuvo y me hizo señas con la mano para que no hiciera ruido, luego señalo hacia una esquina de una de las caminarías del lado norte, donde se veía la silueta de una persona, aparentemente una mujer, de pie frente al cercado de piedra de la caminería. El no me hizo ningún comentario, pero con la mirada me expreso que pensaba lo mismo que yo; ¿Qué hace una mujer sola a esa hora en el parque? Por lo que a pasos silenciosos pero seguros nos fuimos acercando hacia ella.

A tan solo unos pasos ella emprendió la huida, yo iba a corta distancia detrás de mi compañero, pero alcance a verla de espaldas, vestido blanco, cabello largo, quizás disfrazada para asustar a algún transeúnte incauto que tuviese la idea de pasar por ese lugar a esa hora. Comenzamos a perseguirle mientras le dábamos la voz de alto, pero corría demasiado rápido, hasta que le perdimos la pista.

imagen: Pixabay.com

Mientras recuperábamos el aliento, pensamos en la posibilidad de que pudo haber sido un hombre con un disfraz, de esos que se la pasaban por esas zonas robando a las personas que transitaban a esa hora por el lugar y que pudo haber saltado por las áreas verdes, eludiendo a las comisiones policiales. Ante esta posibilidad y en caso de que esa persona no estuviera operando sola, empezamos a hacer el recorrido, linterna en mano recorriendo la zona más alta del parque que, en ese momento, era la zona más oscura del parque y posiblemente la más peligrosa. En el recorrido revisamos la capilla, subimos las escaleras hacia unas caminerías cercanas a la Plaza Bolívar del parque y no veíamos nada, a lo que mi compañero exclama:

- ¡Chamo! ¿Dónde está la estatua? -

- ¿Cuál estatua vale? -

- ¡La estatua de la mujer que estaba ahí!

Señala con la mano hacia un rincón, alumbrando con la linterna un pedestal vacío con una placa. Hubo un silencio, nos veíamos entre nosotros, intuí que muchos pensamientos se cruzaron en ese silencio incomodo que nos envolvió, desde el presunto robo de la estatua, pasando por algún bromista que se la haya llevado, los restauradores la sacaron y no avisaron, hasta cualquier historia de espantos y aparecidos.

Imagen Pixabay.com

                Mi compañero en medio de su desconcierto volteo la vista hacia la plaza del Libertador en el parque y sin decir palabra nos señala con el brazo para que volteara a ver, ahí estaba aquella persona de vestido blanco y cabello negro largo viendo hacia donde estábamos nosotros, como llamándonos con su actitud, pues a la distancia no lográbamos divisar su rostro, como esperando a que corriéramos hacia ella para huir nuevamente. En medio de la oscuridad volvió a desaparecer delante de nosotros, nadie decía nada, nos quedamos de pie frente a la plaza y nadie se atrevía a ir hacia el centro, la oscuridad era extrema y en medio de la incertidumbre preferimos dejar que se fuera. Fue en ese momento que decidimos dejar ese asunto así, cuando nos dimos cuenta de otro evento aún más escalofriante, al voltear y regresar vimos a la estatua desaparecida que había vuelto a su sitio.

                En completo silencio, decidimos bajar las escaleras en dirección a la escalinata principal, sin palabras, tratando de asimilar lo que habíamos visto, temblando intentando disimularlo con el frio de esa helada noche. A la distancia distinguíamos a dos compañeros que conversaban con el vendedor de café, quienes se quedaron extrañados por el silencio que manteníamos y que nos habíamos ido hacia abajo, sin dejar a alguien cubriendo el servicio de arriba.

 Con esto finalizo un trio de publicaciones sobre experiencias paranormales propias, con motivo del fin de semana de "festividades" que van desde el día de brujas, mejor conocido como "Halloween", el día de muertos y el día de todos los santos. Hay muchas leyendas que envuelven a estas fechas, todas consecutivas, pero eso es tema para otra publicacion. Feliz Halloween!

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2 years ago

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