A la edad de cinco años continuaba viendo cosas extrañas en mi edificio, era una época en que la gente era mucho mas sana, por lo que las cosas raras que uno veía por los alrededores del edificio rara vez eran producto de las andanzas de drogadictos o alcohólicos. Quizás producto de la imaginación de las personas, pues recuerdo que eran muy comunes los cuentos de espantos y aparecidos en las reuniones familiares, que generalmente los adultos relataban para que los niños nos quedáramos tranquilos, infundiendo en nosotros el temor de que si nos portábamos mal algunas de estas figuras espectrales vendría a llevarnos mientras dormíamos. Luego, cuando íbamos al colegio, los amigos y compañeros de clases intercambiábamos los relatos que nos contaban los adultos para ver cuál era más terrorífico.
Esto que les voy a contar me paso aproximadamente a los seis años, era el único de mis hermanos que estudiaba. Mi madre tenia por costumbre llevarnos al parque cuando nos portábamos bien durante el día, así descargábamos esa energía propia de los niños, corriendo por las caminerías, jugando pelota y usando los juegos del pequeño parque, ubicado en una plaza que se encontraba al lado del edificio. Recuerdo que ese día en especifico mis hermanos estaban molestos, me habían mandado mucha tarea, finalizaba la tarde y no terminaba. Mi madre viendo la incomodidad de mis hermanos, les dijo que a la hora que terminara mi tarea iríamos al parque como siempre, que tendrían que tener un poco de paciencia. Termine unos minutos antes de las siete de la noche.
Como lo prometido era deuda, mi mama nos llevo al parque. No me sentía muy entusiasmado pues mi agotamiento mental había acabado con mis fuerzas, a diferencia de mis hermanos que corrieron, brincaron, jugaron pelota, todo bajo el cielo nocturno a diferencia de otros días, teniendo la plaza y el parque para nosotros solos, pues al ser una urbanización relativamente nueva, no era transitada por muchas personas, mucho menos de noche.
Mientras me mecía lentamente en el columpio, vi a un señor vestido de forma muy elegante, un hombre como de 60 o 70 años, con un traje negro a rayas, paseaba a un perro blanco con una correa, o al menos eso parecía. Solo estaba de pie, sujetando la correa del perro mientras nos veía jugar en la noche por el parque. Un escalofrío recorrió mi espalda, a pesar de los años lo recuerdo claramente, seguía a mis hermanos con los ojos, sin moverse, solo los seguía con la mirada a donde fuera que ellos se dirigieran.
No fui el único que se percato de lo que sucedía, ya mi mama había visto al señor y quien sabe de que se dio cuenta, se dirigió a mis hermanos y nos dijo que era hora de subir al apartamento para cenar y posteriormente ir a dormir, que mañana volveríamos mas temprano. No solo nos dimos cuenta de que algo no estaba bien con ese anciano, el pareció percatarse de que tanto mi mama como yo nos dimos cuenta, pues nos fijo la mirada por un rato, mientras que una extraña neblina comenzó a cubrir la plaza.
Note a mi mama un poco nerviosa, dimos muchas vueltas para entrar de nuevo al edificio, pero finalmente llegamos a casa. Cenamos en paz, como si nada hubiese pasado. Mis hermanos no parecieron darse cuenta de lo sucedido, yo me contagie con su ánimo y también olvide temporalmente lo que había ocurrido. Vimos la televisión hasta que el sueño comenzó a vencernos uno por uno, solo quede yo sentado con mi madre, quien me recordó que había que ir a clases al día siguiente y que también debía acostarme. Obedeciendo me fui a dormir.
Recuerdo que esa noche hizo frio, me levante al baño a eso de las dos de la mañana. Luego de salir, se despertó mi curiosidad con lo sucedido con aquel señor anciano, de traje elegante que paseaba el perro en la plaza de la urbanización, preguntas pasaron por mi mente de niño sobre quien seria y por qué veía a mis hermanos tan fijamente sin mover un musculo. Del apartamento donde vivíamos, se podía ver con claridad la plaza donde jugábamos desde una de las ventanas, por lo que mi curiosidad me llevo a asomarme a ver si la fantasmal figura seguía ahí. Cual seria mi sorpresa de verlo de pie en el mismo sitio donde lo habíamos visto en un principio, inmóvil, en compañía de aquel perro blanco que sujetaba con una correa. Lo vimos un poco después de las siete de la noche y ya habían pasado las dos de la mañana, tenia cerca de siete horas en ese lugar sin moverse, mientras que una neblina nada normal cubría la plaza.
Mi madre opto por no llevarnos el resto de la semana al parque o a la plaza, nunca quiso hablar del tema conmigo o con alguno de nosotros, ya adultos intente recordárselo y me dijo que lo había olvidado, no le creo, pero debo respetar su decisión de guardarse lo que vio o percibió en ese momento. Luego de ese día no volví a ver esa figura fantasmal, no supe nunca quien o que era, solo el temor a lo desconocido que sentí esa noche y que a pesar de los años no he podido olvidar.
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Realmente aterradora, si hay algo que da miedo, es recordar un encuentro paranormal del que no tenías conciencia cuando eras niño. Imagino se trató del alma pérdida de algún difunto que disfrutaba estar en ese parque, y se quedó sorprendido al verlos jugar a ustedes.