Los límites de la cordura

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3 years ago

#Halloweekend

Cuando era adolescente rondaba un tipo raro por el barrio en el que vivo. Era medianamente joven y no tenía mal aspecto, pero hacía cosas muy raras. Por ejemplo, entraba a un bar, tomaba algo, salía y contaba sus monedas. Después volvía a entrar y volvía a pedir. De nuevo salía y contaba sus monedas, y así hasta que se le acababan.

Cuando nos enteramos de su historia resultó ser muy trágica. Era un tipo muy muy inteligente que tras haberse licenciado en filosofía se metió en dos carreras de ingeniería. Pero no de ingenierías compatibles entre sí, y mucho menos con su grado en filosofía, sino en ingeniería industrial y en ingeniería química. Las dos a la vez. Y eso que eran de las carreras más duras y más exigentes.

Por lo visto, a causa de la presión a la que se vio sometido comenzó a tomar y a mezclar sustancias farmacéuticas para estudiar y mantener la concentración. Y en algo le afectaron porque desarrolló algún tipo de psicosis paranoica. En cualquier caso, todo el mundo le conocía en el barrio y se sabía que no era peligroso.

Pero poco a poco, su delirio fue aumentando a pesar de la nueva medicación que tomaba para controlarlo. En ocasiones tenía episodios de pánico, daba gritos de terror y corría espantado porque decía que veía sangre, fuego, demonios y seres infernales por todas partes. Aseguraba que esos demonios y seres malignos están a nuestro al rededor y que todos y todas somos una especie de marionetas con un hilo que sale de nuestra nuca y que ellos nos manipulan llevándonos al desastre, a la desgracia y a la fatalidad a cada momento.

Si había un atropello él decía que había visto a uno de esos demonios mojando el suelo para que el coche no pudiese parar. Si a alguien le fallaba el corazón, decía que en realidad, había visto cómo era apuñalado por un demonio. Si alguien se caía y se lastimaba, era porque le habían puesto la zancadilla para reírse. Y cuanto más daño se hiciese más se reían. En fin, que según él no existían los accidentes, sino que era todo obra de esos aterradores y sádicos demonios que nos rodean y nos controlan sin que los veamos.

La cosa se puso más grave y cada vez tenía episodios más frecuentes en los que veía a estos seres haciéndonos daño y provocando maldades. Le llegaba a parecer todo tan real que se enfadaba y de pronto corría hacia alguien, daba un salto y soltaba un manotazo por encima de su cabeza, como queriéndole librar de ese hilo mediante el que nos manipulan y que sale de nuestra nuca.

Claro que a la gente esto empezó a asustarle mucho. Que se te acerque alguien, gritando, con la mirada desencajada y que suelte manotazos por encima de tu cabeza no es para menos. La gente empezó a tenerle miedo por estos arrebatos agresivos, que en realidad, no lo eran tanto. Él no quería lastimar a nadie sino todo lo contrario. Quería liberarnos de esas ataduras malditas. Pero claro, daba bastante miedo cuando se ponía a hacer aquellas cosas.

Un día dejamos de verlo. Pasadas unas semanas, su padre nos contó que, dado el avance de su locura, un doctor le había recomendado una complicada operación.

Por lo visto, el mundo real y el imaginario se dividen en nuestra mente como con un telón de un teatro. Cuando soñamos, por ejemplo, ese telón se levanta. Y nuestros sueños y delirios, detrás del telón, se juntan por un rato con la realidad al otro lado, en la escena. Pero al despertar, el telón vuelve a bajar y volvemos a separar la realidad de nuestro subconsciente. Digamos que, por culpa de la medicación que había estado tomando para concentrarse, a aquel tipo el telón se le había quedado levantado para siempre.

La intervención era complicada, pero de bajo riesgo. Después de la operación, el telón de su mente bajaría y el hombre sería capaz de diferenciar el mundo real, de su delirante mundo llenos de demonios, fuego, sangre y seres malignos.

La operación fue un éxito.

Pero, cuando volvimos a verle tras la operación, un día cualquiera que nos lo encontramos por la calle, nos contó la verdad.

Sí, ahora podía separar el mundo real de su fantasía, pero había engañado a los médicos. El mundo real era el de los demonios. Ahora los veía en todo momento y manejándonos a todos y a todas. Todo el tiempo. Continuamente. ESA era la realidad. Somos todos los demás quienes vivimos un delirio en el que nos creemos libres, mientras los diablillos juegan con nosotros y con nuestras mentes provocando todo tipo de desgracias y dirigiendo nuestras vidas hacia la muerte.

Cada vez que lo pienso, no dejo de sentir un escalofrío por la espalda que me sube hasta la nuca…

Como si un hilillo invisible me estuviese tirando.

Fuente: Elaboración propia a partir de gráficos vectoriales (CC). Descripción: Alguien escribe mientras una figura demoníaca la controla con unos hilos.

Este fragmento ha sido posible gracias a mis amigos y amigas que me apoyan con su patrocinio. ¡Echa un vistazo a sus perfiles! Son realmente geniales en sus escritos.

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3 years ago

Comments

Así como esa también he escuchado muchas historias de personas que se han vuelto locas de tanto estudiar. Así le decía mi mamá a mi hermana menor que lo estudiara tanto que se volvería loca. Por ahí todavía un loco vagando por las calles, después de haber sido tan inteligente perdió la razón. Y quedó a la deriva. Por lo menos él hombre de esta historia ha sido tratado, pero resulta espeluznante lo que él asegura, quien sabe y tiene la razón.

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3 years ago

Oh, me pone a pensar, y ciertamente me deja flipando, y si es verdad que el cuerdo es él y no nosotros? y si estamos manipulados a tal nivel que jamás nos daremos cuenta? oh....

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3 years ago

El mundo mágico puede estar oculto a simple vista. La ciencia puede pensar que un hombre con el don especial de ver espíritus y demonios es un loco. Muchos visionarios fueron mal entendidos en su tiempo, por algo clavaron a cristo en una cruz.

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3 years ago

Sabes, en la universidad había un señor así, bueno hasta donde sé, aún viven. Se llama el loco Morán, cuentan que enloqueció porque su familia entera murió de regreso a casa luego de su acto de graduación y el salvó porque se quedó en la universidad con unos compañeros. Era común ver a los nuevos ingresos pedirle ayuda para resolver problemas de cálculo, algunos hasta lo llamaban profesor. Pero con solo hablar con el por más de 10 minutos ya sabías que algo en esa cabeza no estaba bien. Algunas veces era muy cómico al verlo encabezando protestas estudiantiles dentro del campus jajaja todo un espectáculo. Debo actívarme con mi historia... Chauuuu

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3 years ago