Nació pequeña, frágil, insignificante. Nadie le daba importancia. Pasaba el tiempo en los rincones y fue creciendo sin que los demás advirtieran su presencia. Se vestía con ropas del mismo color de las paredes para camuflarse. Andaba por los sombríos pasillos con pasos inseguros, despacio, silenciosa, apoyándose de lo que encontraba a mano para no caer. Agazapada esperaba su oportunidad para salir de su anonimato. Poco a poco fue ganando confianza en sí misma. Aun así no se dejaba ver del todo, mostraba solo el mejor lado de su perfil. Los demás se acostumbraron a percibirla a medias y creyeron que esa era ella toda. No sospechaban que existía algo más de lo que veían.
Después de alcanzar suficiente madurez, siempre la llamaban para dar alguna noticia cuando no se quería causar daño. Ella sabía encontrar las palabras exactas para llevar una conversación sin que el interlocutor sospechara nada. Dominaba muy bien su lenguaje corporal. Tenía estudiado cada gesto de su cara y podía mover hasta el más pequeño músculo facial a su antojo y conveniencia. Había practicado tanto frente al espejo que se consideraba la mejor de las simuladoras. Sus manos también entraban en el acto, para transmitir toda la calidez que su fría mente le indicaba poner para tal ocasión. Cuando tomaba las del otro entre las suyas, un fluido de confianza viajaba hacia el otro cuerpo, como si las venas de ambos se conectaran y la sangre circulara dentro de un solo ser. Después de lograr tal conexión ya nadie dudaba ni de una sola de sus palabras. Esos momentos eran una escuela que le servirían de mucho en el futuro. Su personalidad se iba despojando de la timidez y se fortalecía en cada lance. Comenzaba a sentirse como pez en el agua.
Un día cualquiera se levantó molesta con el pelo negro y rebelde que había tenido desde su nacimiento. Decidió cortarlo y en su lugar coronar su cabeza con una peluca de dorados y lacios cabellos artificiales. Disfrutó que a los demás les tomara tiempo reconocerla con el nuevo look. Ese fue solo el principio de la metamorfosis que sufriría después. Le sucedió el cambio del color de los ojos, el grosor de los labios, el tamaño del busto, el ancho de las caderas. Tuvo que renovar su documento de identidad pues resultó estar inconforme con el nombre y los apellidos que le habían puesto sus padres al inscribirla, además la foto del antiguo documento distaba mucho de su aspecto actual.
Se había deshecho de la vergüenza que en un inicio la caracterizaba. Desafiaba a todos con una desfachatez desmedida. Ya no andaba escondiendo su parte menos agraciada. Con su verbo suelto dominaba cualquier situación, fabricando al vuelo una respuesta para cada pregunta. Se escudaba tras el sarcasmo para confundir sus verdaderas intenciones.
Cuando se conocieron, ella le armó todas sus trampas seductoras y él no tuvo otra alternativa que caer atrapado. Él pensó había encontrado el amor a primera vista del que otros siempre le hablaban. Ella estrenó una vida para él. Bajo los efectos narcóticos de la pasión, él lo veía todo trasparente . Con el tiempo se fue desvaneciendo la ilusión. Apareció la desconfianza, la duda. Descubrió que no había nada autentico en ella. Cuando se vio acorralada, ella atacó con su arma más mortífera: la calumnia.
Repetía a todos la misma historia hasta el cansancio, donde ella era la víctima. Utilizaba cualquier artificio para convencerlos. Les mostraba mensajes de otros como si él los hubiera enviado, fotos del pasado con otra chica para demostrar su infidelidad, manipuló sus redes sociales aprovechando que conocía sus contraseñas. Todos vieron lo que ella quería mostrarles y comenzaron a creerle. Hizo pedazos su reputación. La duda se adueñó de los demás, lo conocían desde hacía mucho tiempo: pero los argumentos pesaban como rocas. Sintieron pena de la noble muchacha que había sido engañada por él, como mismo lo había hecho con todos.
Satisfecha con lo que había logrado, se despojó del ropaje de la Mentira que vistió toda su vida. Se había convertido en lo que tanto anhelaba. Ahora era la Verdad.
Imagen de la portada creada por el autor.
La mentira tal como la describes siempre termina siendo mas atractiva que la verdad. A ella podemos dibujarla, fabricarla, convertirla en una imagen mas que atractiva, apasionante, te permite vivir los sueños y/o fantasías mas profundas... hasta que nos damos cuenta de que la verdad es realmente nuestra, que y puede ser igual o mas emocionante, tierna, delirante y con el impacto de la expectativa, mientras le das al alma el reposo que tanto ansia... Tu mentira está muy bien detallada, digna de un escritor que inspirado solo toma la pluma y la deja bailar con algún vago recuerdo.