La maleta de la vida.
Llegamos al mundo con una maleta bajo el brazo, o en el alma. Esta maleta es invisible pero nos acompañará por siempre, hasta el fin de nuestra vida; de ahí que sea tan importante analizar qué cosas cargaremos en nuestro viaje.
Algunas cosas no pueden ser cambiadas ni modificadas, como nuestro ADN o código genético, así que solo nos queda aceptarlo tal como es y tratar de que aquello que heredamos nos resulte más llevado. Por el contrario, la mayoría de las cosas pueden ser decididas por cada uno de nosotros. Podemos elegir si lo cargamos en nuestra maleta o no; tal es el caso de las emociones y sentimientos.
Durante nuestro paso por la vida estaremos rodeados de personas y circunstancias que no siempre podremos elegir ni variar. Así ocurre precisamente con la familia y con lo malo que muchas veces nos llega en modo sorpresa. Estas situaciones nos son obligadas, por así decirlo, y ante ellas quedamos en total incapacidad de decidirlas.
Y es cierto que modificarlas no es una opción, pero el cómo aceptarlas sí está en nuestras manos. Podemos decidir si arrastrar el peso de aquello negativo que nos acontece, ya sea personas o situaciones. O por el contrario, soltarlas y librarnos de una carga necesaria que nos permita vivir más libres.
Aquí es cuando entra en juego nuestras emociones, estas pueden hacernos el camino más placentero pero también, si no las equilibramos de la manera correcta, pueden terminar siendo una carga tan pesada que nos impida continuar caminando.
Los sentimientos son iguales de importantes. Algunos como el amor y la generosidad se hacen más que necesarios, imprescindibles. Mientras que otros como el rencor, el odio, los prejuicios y otros más que son negativos, conviene que los saquemos de nuestro interior, que los expulsemos de nuestra maleta llamada "alma."
La mejor siempre elección será optar por cargar solamente aquellas cosas que valgan la pena, abrigar y atesorar aquellas que nos permitan ser mejores, no solo de manera personal sino social.
Aprendamos a dejar ir aquello que nos envenena el alma y por ende el cuerpo; cerremos nuestra maleta a ello. Pero también aprendamos a abrirla a todo lo bueno que la vida nos regala. Abrámosla a personas especiales que merezcan un lugar en ella, esas que nos ayudan con sus cualidades a ver lo mejor de cada situación, a transitar por los mejores caminos, a cargar únicamente lo bueno.
Expulsemos lejos la toxicidad que nos abruma, esos seres despreciables que solamente buscan dañar y hacer sufrir, esos que rebosan de envidia y malas ideas, esos que contagian como una plaga mortal... Es vital que lo hagamos, y aunque claramente cuesta, con un poco de esfuerzo se puede lograr.
Recordemos siempre que ante nosotros está el camino de la vida, y en nuestra mano aquella maleta que nos permitirá transitarlo. Depende de nosotros el qué y el cómo lo haremos. Por eso busquemos nutrirnos de todo lo bueno que podamos, a la vez que aprendamos de los errores y los veamos como una experiencia para perfeccionarnos, para evitar caer en lo mismo una y otra vez.
Caminemos seguros y llenos de optimismo por las sendas que nos toca, siempre con la cabeza en alto, tranquilos y confiados en que vale la pena, disfrutando de todo cuanto nos rodea; pero principalmente ocupando en nuestra maleta únicamente el peso que merezca ser cargado.
Imágenes tomadas de Pixabay.com (Créditos a su autor.)
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Hola LadySweet. ¡Qué bueno leerte también por aquí! Una cosita importante: ya que estás empezando, échale un ojo a este viejo artículo creo que te vendrá muy bien:
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