Cuando el corazón guía.
"Sigue a tu corazón..."
Mucho se cuenta acerca del corazón, principalmente en temas de amor. Así como tampoco faltan consejos acerca de seguirlo a la hora de tomar decisiones en nuestra vida, en distintos ámbitos.
Pensar en este tema debería ser importante para todos, porque cada decisión que tomamos repercute para bien o para mal en nuestro futuro, nos deja consecuencias positivas pero también negativas; todo depende de nuestra elección.
Por eso antes de dejarnos llevar por un consejo o quizás por una frase que puede resultar trillada, tal como las que escuchamos, conviene detenernos a pensar.
"El corazón nunca falla..."
Esta es una de las más populares, pero, ¿será cierto?
Analicemos un poco más.
Guiarse únicamente por el corazón viene siendo lo mismo que guiarnos por nuestro instinto, podríamos llegar al éxito pero también al fracaso. Y es que ambos sí pueden fallar y de hecho, lo hacen a cada rato.
Esto ocurre porque las emociones pueden nublar nuestro juicio y aparentar seguridad en medio de un caos, esperanza en medio de un problema y hasta calma en medio de una tormenta. Sin importar lo que nuestro corazón nos dicte o nos inste a hacer, debemos y tenemos que pensar muy bien.
Ahí es cuando juega su papel fundamental el cerebro, o sea, nuestra mente. Él a diferencia del corazón no se deja llevar por emociones y/o sentimientos solamente, sino que actúa con raciocinio, siendo capaz de ver los pros y contras de cada determinación y por tanto permitirnos actuar de manera que podamos no solo beneficiarnos, sino beneficiar a otras personas.
¿Significa esto que no podemos confiar en nuestro corazón?
En absoluto, algunas veces nuestras sospechas terminan siendo una realidad; algunas veces esa 'corazonada' o 'latido' nos alerta de un peligro cierto o un triunfo tangible. Pero debemos ser prudentes y actuar con calma, porque también puede ser traicionero.
No en vano un escritor de la antigüedad expresó lo siguiente sobre el corazón: "El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?"
Sus palabras se encuentran registradas en uno de los libros más conocidos del mundo: La Biblia, específicamente en Jeremías 17:9. Aunque pocas personas a día de hoy se guían por ella, la realidad es que hay que examinar o evaluar bien las cosas para evitar daños que podrían llegar a ser irreversibles o catastróficos.
Entonces, ¿Cómo saber?
El equilibrio es la clave. Vemos que el corazón siente y dicta, pero no determina. Comprobamos que se puede equivocar, así como las emociones que sentimos hoy mañana puede que no estén. Sin embargo, nuestro cerebro sí que está bien equipado para auxiliarnos en la toma de decisiones, principalmente las más importantes.
Aprovechemos sus bondades de experiencias, tanto buenas como malas, las piedras que en su momento nos hicieron tropezar que ahora se convirtieron en una enseñanza... y andemos seguros y confiados sabiendo que no estaremos actuando por instinto, sino con la razón por delante.
Coloquemos el peso en la balanza de nuestros pensamientos y analicemos hacia qué lado se inclina más, para luego actuar. Un buen juicio y una cabeza fría siempre nos hará llegar más lejos en nuestro andar y pisar más seguros por este sendero de la vida, más allá de seguir a nuestro corazón y sus impulsos.
*Cada una de mis letras son únicamente consejos e intento de reflexión; para nada una imposición ni mucho menos un "actúa así."*
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Imagen de portada tomada de @Ben__Kerckx en Pixabay.com
Para tomar buenas decisiones se debe combinar corazón y cabeza fría.