Rivalidad entre hermanos
— ¡¡No puedo comprender por qué no quieres ayudarme!! — grita furioso.
— Primero que todo, deja de comportarte como si aún estuvieras en el manicomio Alejandro. Esta es una cafetería muy concurrida y no quiero que me vean con alguien como tú.
— Que clase de persona eres Rodrigo, no puedes ayudar a tu propio hermano.
— No me eches la culpa a mí de tus problemas psicológicos.
— ¡¡Está bien, no voy a insistir!!. Ya veo que mis palabras solo se están perdiendo contigo.
— Por lo menos te diste cuenta de lo patético que puedes llegar a ser suplicando ayuda.
— Si, lo entiendo. Por eso prefiero irme, adiós Rodrigo.
Alejandro se levanta de la mesa y camina directo a la salida sin decir ninguna palabra más. Mientras su hermano se queda impávido frente a la situación, tomando café y comiendo pastel.
Luego de algunos minutos el hombre se dispone a retirarse para volver a la oficina. Claro que antes deja una buena suma de propina a la mesera, una de las cosas que tenía Rodrigo es que amaba aparentar lo que no era.
Salió raudamente con la cabeza en alto, feliz por haber dejado callado a Alejandro en la discusión de la cafetería. Esto lo hacía sentir un hombre importante y con determinación, ya no le iba a temer a un simple loco.
Desde niños nunca se llevaron bien y con el pasar del tiempo ambos crecieron haciendo su vida cada uno por su camino.
Mientras Rodrigo estudio leyes y en la actualidad trabaja en un bufete de abogados. Alejandro ni tan siquiera terminó los estudios, además por problemas psicológicos termino internado en un manicomio.
Ya en el estacionamiento sonó el teléfono móvil de Rodrigo, al contestar se dio cuenta de que era su hermano. Pero a él no le interesaba seguir discutiendo algo en lo cual jamás se pondrían de acuerdo.
Alejandro solo dijo:
"ESTAMOS A MANO"
Luego cortó la llamada, ahora la incógnita del abogado era, ¿qué quiso decir Alejandro con esas palabras?
No le prestó mucha atención y se subió al automóvil para conducir directo a la oficina.
Cuando ingresó al despacho el rostro de su secretaria lo alarmó un poco, mientras que está muy seria le dijo que el dueño de bufete quería hablar con él. Rodrigo se alarmó un poco, ya que jamás el señor Gutiérrez va un fin de semana a la oficina. Sin más preámbulo se dirige a verificar que es lo que está sucediendo.
De espaldas, mirando por la ventana del gran edificio se encuentra Gutiérrez. De repente el hombre se da media vuelta, mostrando su rostro furioso a Rodrigo.
- ¡¡Te di la oportunidad de ser alguien en la vida y así es como me pagas!! — Le grita fuertemente.
— No entiendo por qué me dice esto señor — tartamudeando.
— Mira esto imbécil, a ver si te refresca la memoria — enseñándole un vídeo en su computador portátil.
— Eso no es verdad, es un engaño. Por favor perdóneme señor, ella me obligó — suplicando perdón.
— Estás despedido y créeme que no dejaré que ningún bufete te contraté en todo el país, maldito mentiroso. ¡¡Lárgate de mi vista!!
En ese momento entraron los guardias de seguridad y escoltaron a Rodrigo a la salida, de la forma más humillante posible. Todos en el lugar miraban con asombro lo ocurrido.
Simplemente de un momento a otro las cosas habían cambiado para él y no le quedo más remedio que irse a su departamento a intentar comprender lo que estaba sucediendo.
Pero antes de eso se encontró a Alejandro apoyado en el automóvil en el estacionamiento, con una gran sonrisa en los labios.
— ¿Sabes a quién conocí hace unas semanas hermanito?
— Que haces aquí, no tengo tiempo para tus tonterías.
— Una mujer muy bella de unos 35 años, que me invitó a su departamento. Mientras estuve ahí encontré unos vídeos bastante fogosos, de ella y un hombre. ¿Quieres que te diga quién era ese hombre?
— ¡¡Tú lo hiciste desgraciado!! Arruinaste mi vida — tomándolo con violencia del cuello de la camisa.
— Suéltame Rodrigo, yo no tengo la culpa de que te enredaras con la esposa de tu gran jefe. Además, el primero en terminar con mi vida fuiste tú.
— ¿De qué demonios estás hablando Alejandro?
— Para que decir algo que sabes perfectamente.
Alejandro lo lanza con fuerza hacia atrás, se arregló la camisa y se va caminando tranquilamente hacía el taxi que lo esperaba, dejando a su hermano sumido en el rencor y la tristeza. Aunque Rodrigo sabía perfectamente que solo le estaba pagando de la misma manera que él lo había hecho hace años atrás.
El abogado ayudó a ingresar de manera deshonesta a su hermano al manicomio. Todo aquello para poder quedarse con la totalidad de la herencia de sus padres. La cual malgasto en vicios y manteniendo a sus multitudes de amantes.
Ahora, en la ruina tanto económica, como laboral, únicamente le quedaba un camino por recorrer...
Historia ficticia creada a partir de mi imaginación.
Muy bueno el relato, entonces Ale no estaba tan "loco" que digamos, siempre el cohicno dinero.