El monje y la abadía misteriosa
Tras la inesperada muerte de mi querido padre a causa de una enfermedad mortal, mamá volvió a comprometerse con Massimo De Luca, un acaudalado empresario italiano, quien desde un principio se mostró comprensivo con nuestro dolor. Además era poseedor de un encanto natural, el cual cautivaba a todos a su alrededor, incluida mi madre. Así, después de la prematura boda decidió llevarnos a vivir a Italia, alejándonos por completo de nuestros familiares más cercanos, más tarde entendería la razón.
Algo que cobro relevancia en este viaje fue que por primera vez en mi vida veo el sometimiento de mamá ante un hombre, todo lo que hacía su nuevo marido era acatado sin reproches o queja alguna. Esto me indujo a no confiar en el señor De Luca, su personalidad tuvo un cambio demasiado drástico con respecto a su comportamiento anterior.
Llegamos a un pequeño pueblo en la región de Molise, dónde Massimo era el dueño de un castillo medieval restaurado para ser usado como una casa, este perteneció al Conde de Alic un familiar de su linaje aristócrata y se encontraba en lo alto de una montaña rodeado por un frondoso bosque.
Vinieron por nosotros en un carruaje, tirados por dos bellos caballos, algo a lo que yo no estaba acostumbrada y me parecía totalmente excesivo, también innecesario. Supongo que el cochero se percató de mi molestia porque inmediatamente me dirigió una sonrisa amistosa, yo solo baje la vista como una damisela avergonzada.
Era un joven de aspecto varonil y con un aire de caballerosidad difícil de menguar, era evidente que no pertenecía a familia adinerada alguna. Él me dio su mano para ayudarme a subir al carruaje, no pude evitar sentirme erizar mientras tocaba su piel, un furtivo encuentro que solo duró un par de segundos.
Sumidos en el silencio, comenzamos a internarnos en los bosques lúgubres del camino hacia el viejo castillo, mi corazón palpitante intentó disimular las sensaciones que me embargaban al estar ante tal escenario siniestro, el que evocaba mis más terribles pesadillas nocturnas.
He tenido sueños recurrentes en los que el protagonista es un monje vestido con túnica negra, el cual me muestra varias marcas en su cuerpo repletas de sangre, con gritos angustiosos de dolor implora ayuda. Asustada por tal visión, intentó correr hacia la salida de la abadía, pero la puerta desaparece sin dejar vestigio alguno de su antigua presencia.
Sin atreverme a volver la mirada hacia atrás, siento unas manos que toman mis muñecas con tal fuerza que el dolor hace que despierte de improviso como sí de una realidad se tratará. Quizás solo sean tonterías de mi mente al borde del delirio.
Una vez que llegamos al castillo nos recibieron dos doncellas vestidas de época, al igual que el mayordomo. En ese momento mi mente intentaba concentrarse en cada detalle de aquel lugar que se suponía que sería nuestro hogar a partir de ahora. Sólo deseaba ir a mi habitación para poder descansar de este viaje que ha dejado mi alma y mi mente inquietas.
A la mañana siguiente hice un gran esfuerzo para superar mis aflicciones y bajé las enormes escaleras hasta el jardín, la inquietud de saber que algo no iba bien desde que salimos de casa me hizo recordar a papá. Un ser dulce, pero a la vez tan fuerte, que me protegía de todas las angustias que asaltaban mi joven corazón.
En ese momento observé el asombroso cielo que albergaba un majestuoso sol resplandeciente de luz, no pude evitar exhalar un profundo suspiro, la belleza de aquellos paisajes de día era inefable.
Recuperadas por fin las fuerzas, comencé a caminar por el jardín, donde las coloridas flores contrastaban con el verde de los altos pinos y cipreses que movían sus ramas al vaivén de la brisa matinal.
Estaba absorta en mis pensamientos cuando sentí unos pasos detrás de mí, asustada me giré para encontrar una figura conocida. Era el joven cochero que nos había traído al castillo. Comprendiendo mi agitación ante su presencia, se disculpó por su atrevida intromisión. Comencé a llorar instintivamente, lo que le ha causado una extraña sorpresa. Le conté mi gran aburrimiento de encontrarme en un ambiente del siglo pasado, lo que me hizo desear volver a mi país, a mi vida, con mis amigos y los intereses normales de cualquier adolescente.
En ese preciso momento comprendí lo ilusa que fui al no dominar mis emociones ante un desconocido. Al igual que la primera vez que nos vimos, él sonríe amistosamente como sí percibiera el dolor de mi alma.
Se acerca para tomar mi mano, para luego besarla con tal delicadeza como todo un caballero, lo que hizo sentirme tan confundida al no entender mis sentimientos hacia un hombre del que ni siquiera sabía su nombre, pero a la vez me era tan familiar su cercanía.
La voz de Massimo que se acercaba junto a uno de los empleados hizo que despertará de mi ensoñación e inmediatamente aparte mi mano de la suya, para luego correr hacia el castillo, pero antes lo escuché decir su nombre.
—Me llamó Antony Rossi—dijo.
En ese momento mi alma se sobrecogió al pensar que De Luca pudo oírlo.
Intentando recuperarme de la agitación de lo ocurrido en el jardín, me encontré con una de las empleadas en la sala, quien me dijo que mamá estaba indispuesta en su habitación. Inmediatamente quise ir a verla, pero Massimo entró y me detuvo bruscamente. Me sostuvo del brazo arrastrándome hacia la biblioteca, mientras yo intentaba librarme pude ver la expresión de miedo en los rostros de la servidumbre que no hicieron nada para detenerlo. Lo siguiente que sucedió se los relataré tal cual aconteció.
—¿Por qué nuevamente me haces esto?—dijo Massimo con vehemencia.
—No comprendo su reacción—dije casi al borde del llanto—,usted señor no puede hacer esto conmigo.
—Te vi con él y el odio nublo mi mente, Eleonora.
Su rostro cambió drásticamente, paso de la ira a la ansiedad, mientras yo no comprendía el porqué de su aflicción hacia mi persona y menos que me nombrará cómo Eleonora.
Me quedé en silencio un momento y después dije:
—No sé de qué está hablando y nuevamente le repito que no comprendo su reacción desmedida, solo deseo ver a mi madre—angustiada, intenté razonar con él.
—Debo explicar el porqué estás aquí mi bella Eleonora—extendiendo lentamente sus manos por mi talle.
—Por favor, no continúe—dije, interrumpiendo sus equivocadas intensiones para conmigo.
Intenté reunir el valor necesario para librarme de sus manos, para luego salir corriendo por los pasillos de ese enorme castillo y encerrarme en la habitación.
Entre lágrimas me lancé a la cama y en tal aflicción me he quedado dormida, lo que trajo devuelta a mí las pesadillas con el monje misterioso, solo que esta vez serían mucho más esclarecedoras.
Al despertar fui al balcón, ya la oscuridad rodeaba el castillo, entonces de la nada una brisa fría me hace retroceder instintivamente. Cuando una voz familiar pronuncia mi nombre y una figura emerge desde las sombras.
Tan solo eso basto para saber que Antony estaba ahí, como si supiese que necesitaba su presencia junto a la mía. Me dijo que debía acompañarlo, que no temiera, ya que la verdad me sería revelada. En los sueños el monje me lo había advertido, pero necesitaba conocer el lugar de aquellos sucesos que marcaron nuestras existencias para siempre.
Nos dirigimos al jardín que se encontraba detrás del Castillo, para luego internarnos por un sendero iluminado por la luz de luna, el que conducía al bosque. La ansiedad y el temor por encontrar la verdad inquietaban mi mente, estuvimos así varios minutos caminando hasta que llegamos a una abadía abandonada.
Al entrar, los recuerdos de mi vida pasada se hicieron presente. Por fin el misterio del monje y la abadía me fueron revelados.
—La recuerdas— dijo Antony, deseoso por saber si yo comprendía aquello que me estaba mostrando.
—Si—respondí, para luego perder toda la aprensión que me dominaba y correr a sus brazos.
Un rayo de luna que cruzaba la ventana iluminaba su hermoso rostro resplandeciente de júbilo por tal respuesta, fue entonces que se inclinó hacia mí para besarme con tal suavidad y romanticismo que solo me dejé llevar. Cuando nos separamos me sentí tan débil que creí que perdería el sentido, por lo cual tuve que apoyarme en su pecho.
En ese instante un ruido altera nuestra escena de amor, ahí frente a nosotros se encontraba Massimo blandiendo una espada con una mirada de rencor y orgullo.
—Estuve buscándote por años mi amada esposa Eleonora, hasta que te encontré y te traje aquí, pero nuevamente me dejáis por él. Cuántas veces debes reencarnar para que comprendas que soy yo al que debes amar.
—Jamás lo amaré ni antes como el despiadado Conde Alic y mucho menos ahora como Massimo De Luca, el esposo de mi madre. Antony o el monje, como quiera llamarlo, siempre será mi gran amor eterno.
Esas palabras resonaron en su mente distorsionada, ocasionando el más terrible odio hacia Antony.
El terror se apodera de mí, al nuevamente presenciar la lucha que terminó en el pasado con la vida de mi amado monje, quien fue acribillado por el Conde Alic, al enterarse de nuestro romance a sus espaldas.
Sobre la terraza de la abadía ambos se enfrentan ferozmente, Antony cae al suelo, con espada en mano su contrincante intenta asestar el golpe mortal. Sumida en la desesperación y el terror corrí instintivamente hacia ellos, empujando a Massimo hacia el precipicio que se extendía montaña abajo...
Hoy mamá y yo estamos en mi país natal, retomando nuestras vidas en la casa que con tanto esfuerzo papá construyó. Un lugar del que jamás debimos salir y dónde ahora comienza mi felicidad junto a Antony, un excelso amor que a través del tiempo encontró una segunda oportunidad.
FIN
Historia de ficción creada por mí, estuve leyendo y viendo películas góticas de romance por eso 🤷🏻♀️
Pudiera parecer cursi mis palabras pero es una historia hermosa que me ha encantado, metida en grandes vestidos entre carruajes y caballos, bailaba el amor y la intriga en mi cabeza. Muy bonito entretejido personaje el del monje que te acompaña.