La mayoría de los países de todo el mundo aplicaron controles estrictos con la aparición del COVID-19, con la misión de reducir la transmisión por vía del contacto cercano.
Debido a esto, las consecuencias sociales, económicas y de salud fueron inevitables.
Estas medidas adoptadas, sirvieron para que la propagación fuera mas lenta, pudiendo así dar tiempo al sistema de salud para prepararse y evitar que se sature, pero que a su vez prolongue la pandemia y las restricciones adaptadas para combatirla.
Estas restricciones, conllevo un serios daños sociales y psicológicos. Aquellas familias de clase media-baja fueron las mas perjudicas, ya que, poseen un ingresos que les permite vivir el día a día o poder resistir un tiempo corto. Esto genero un alto elevado de estrés y incertidumbre. Muchos perdieron su fuente de trabajo por cierres de empresa o reducción de personal.
También, se vio un aumento en casos de violencia familiar.
El cierre de las escuelas causo efectos adversos en los resultados educativos y sociales en los jóvenes.
Esta pandemia golpeo muy fuerte a las personas con bajos recursos y peores condiciones sanitarias. El distanciamiento prolongado, que se aplica, por ejemplo, en Argentina, no sirvió en absoluto en nada. En lo económico, 44% de la población se encuentra en la pobreza y un 16% en el indigencia. En el tema de salud, superamos el millón de casos de COVID-19.
La mejor forma de cuidarse el COVID-19 y evitar que se propague es por medio de la Responsabilidad Individual. Usar el barbijo, ser higiénicos, mantener las distancia cuando nos encontramos en lugares cerrados, etc.
Tal vez, a nosotros, los jóvenes, no nos afecte, pero debemos tener presente, que podemos ser portadores y contagiar a personas que el virus puede ser muy letal.
Debemos tener mas empatía sobre las personas que nos rodean. Dejar de ser un poco egoísta, y saber que si nos cuidamos, estamos cuidando no solamente a nuestra a familia, si no, a la familia de nuestro vecinos, de nuestros amigos, de todos.