¿Han pensado alguna vez que el problema de Cuba no tiene solución? Estoy seguro que sí. Todos lo hemos pensado; de hecho es lo que piensa cualquiera con un mínimo de inteligencia. Lo que sigue cae como la manzana de Newton: me largo. Es gracioso porque el fenómeno de ese pensamiento trasciende generaciones, y ya van cuatro teniendo el mismo pensamiento en 62 años. No tiene que ver con un nivel cultural: es un fenómeno vital.
A veces quisiera no pensar tanto. ¡Imposible! Entonces escribo para no perder el hilo de tanta labor cerebral echada al vacío de una realidad que mediante las redes alguien puede leer.
No sé quién dijo que Twitter es una red social para chicos listos. Lo cierto es que a cada rato leo eso. Dejé de usar Facebook hace años porque ver cada foto de conocidos en cuanta mierda de sus vidas privadas hacían superó mi capacidad humana de tolerar lo trivial. Nunca fui aficionado a esa porquería de consumir contenidos grupales ni ver a una ex con cincuenta libras de más, dos hijos y un tipo más feo que yo posando en la playa o celebrando un cumple; pero lo que más detestaba eran las felicitaciones en el día del mío. ¡Dios! No sé cómo aguanté tanto idiota y gente que no quería ni ver deseándome felicidad. En fin, ese mal quedó superado cuando cerré la cuenta.
Pero lo que pasa en Twitter a día de hoy es algo similar, quitando el desagradable asunto de las fotos. No ha sido hasta el show de Yunior y archipiélago en que esa idiotez se ha materializado en un evento de masas. Lo que me lleva a pensar que tanto anormal se merece un régimen como el castrista, forever: Sesentidos mil milenios y más allá.
¿Acaso la falta de sentido común es algo en extinción? Parece que sí porque mientras más veo a gente apoyando y siguiendo la comparsa carnavalesca de ese teatrero más detesto la masa ignorante que se cree el cuento. Iba a decir "chino" pero ni siquiera ellos merecen ser partícipes del culebrón patriotero que ese sujeto está logrando articular con la ayuda del régimen.
El día quince de noviembre se acerca y las puestas en escena, tanto del castrismo como de los archipielagosos, se sofistican en una dinámica de ingeniería social. Y la inmensa mayoría de los sin cerebro no se preguntan cómo es posible que un régimen le de pantalla a alguien, lo saque en el TV, lo venda como contrarrevolucionario y toda la cantaleta habitual de su retórica aburrida, cuando podían haberlo parado de mil maneras antes de que se sobredimensionase el fenómeno, hasta convertirlo ya en todo un montaje de artificio político. Y más irónico todavía es ver las hordas de carneros virtuales promocionando la marcha. Una marcha que saben será reprimida. Aun con las sentencias por sedición de 15 a 20 años a los que salieron y enfrentaron a las fuerzas del régimen a pedradas, siguen creyendo que un tipo suelto a solo horas de ser recogido en las manifestaciones y, autoproclamado líder de un grupo conformado bajo una especie de manto reformista de cambio social, sin color ni proyecto político, será el catalizador de un cambio o principio de uno.
Pero más deprimente es ver que los periodistas de toda la vida,(y me refiero a esa prensa que se llama independiente) no se cuestione ni lo cuestione a él en los móviles de esa representación teatral que monta cada vez que habla, aludiendo a principios de moral frente a los infames comunistas, como si se hubiera enterado ayer que los comunistas son malos y su carrera, auspiciada y financiada por el régimen, fuese solo un breve y fortuito detalle al azar en su vida.
Y así anda la pachanga tuitera, el cubaneo en pote, los memes a chorros y la incapacidad del vulgo en ver más allá de de sus narices. En Roma era pan y circo. En el castrismo es circo sin pan. En eso los superan.