Desde que en la década del 70 del siglo pasado se definiese conceptualmente la "Posmodernidad" y su estructura intelectual (Lyotard, Habermas y Jameson) en un periodo que oscila entre la primera crisis del petróleo hasta la del 2008, mucho se ha especulado sobre el alcance de la misma dentro de un mundo que corre cada vez más deprisa hacia ningún lugar. Creo que esa es la esencia de la era posmoderna: correr hacia ningún lugar, al menos en la finitud del concepto "humanidad"
Es como ir hacia un neverland pero sin Peter Pan; donde no sólo no creces, sino que el común de los individuos, en la búsqueda de su identidad, se quedan tullidos intelectualmente en un mar temporal de mierda sin sentido.
Perdonen si me salgo un poco de la formalidad, pero los que me leen en este sitio ya deben intuir que detesto el formalismo y el discurso iluminado; de hecho no confío en intelectuales porque casi todos terminan sirviendo a alguna forma de poder.
¿Será acaso eso un síntoma de posmodernismo?
Es probable que sí.
Por mis veinte tuve una mujer que tenía unas nalgas tan perfectas que pasaba largos ratos mirándola mientras dormía. Como modelo de ropa interior no tenía desperdicio. Creo que el placer de mirar su culo me hizo adicto, y nunca he sido adicto a nada que no me haga salir de esa situación en menos de tres segundos si veo que me jode un poco. Cuando terminamos extrañé sus curvas hasta que el de otra, más voluminoso y despampanante, aunque no perfecto, me hizo caer en la realidad que sin un culo perfecto también se vive, como se vive sin libertad política y hasta individual, a pesar de los que viviendo en ella y, no pocos de ellos, hacen apología de un "libertarismo" tan falso como los admiradores de culos de silicona. A día de hoy no he visto nalgas de silicona que luzcan tan naturales como las auténticas; pero ese es ya otro tema estético.
Mirar las otras nalgas en la noche no era adictivo, pero acabé idealizando su volumen desparramado en la cama como recurso último de resistencia artística. Siempre idealizamos cosas, amores, placeres, recuerdos….
Y terminé aceptando lo inevitable. Es adictiva la retórica libertaria enardecida como el culo de una mujer: mientras más lo miras más te gusta. Pero una vez perdido te ajustas al otro, sea por pasiva resignación o por activa vitalidad de supervivencia. Si no que lo digan los miles de millones de hombres que en todo el transcurso de la historia conocida han vivido bajo el yugo de reyes, emperadores, sátrapas, esclavistas, conquistadores, sultanes, jefes tribales, castas militares y cuanto cabrón e hijo de puta ha gozado de las mieles del poder en el tiempo que Dios le concedió en este mundo
El posmodernismo es también un atavismo.
Hay días que tengo montado el irónico de guardia, y de verdad son los mejores porque la ironía suele ser un recurso de catarsis mental; sobre todo cuando lees y archivas en tu cerebro miradas al problema de las ideologías, como la de Eric Voeguelin, un politólogo austriaco nacionalizado americano, para el cual, desde la ilustración, el gnosticismo, en varias ramificaciones, se habría secularizado en cada configuración de las ideologías dominantes.
Para los que no entienden qué era el gnosticismo, en su auge a principios de nuestra era, les diré que fue algo así como una corriente de pensamiento condensada en un movimiento espiritual que predicaba una salvación alternativa a la del cristianismo oficial. Y proponía un conocimiento esotérico (gnosis) que iluminaría a los elegidos en las verdades sobre el dolor en el mundo y el mal. Esta corriente era un ajiaco de elementos maniqueos,zoroátricos, neoplatónicos y cristianos.
Para el gnosticismo, tanto el cristianismo como el paganismo, en sentido general, daban una visión distorsionada del problema de la salvación. Dios era, según ellos, inaccesible a un simple mortal debido a la contaminación de este último con la materia: principio del mal en este mundo. Y como Dios, espíritu purísimo y génesis del bien, era inalcanzable por ser el hombre postrero elemento ontológico de la creación y hecho de la despreciable materia que otro dios intermedio dominaba (habían tantos como moscas en un cadáver), solo se alcanzaba esa salvación mediante la mística intuitiva de carácter introspectivo.
La verdad, y para resumir, un verdadero plomo de doctrina.
Pero lo jodidamente gracioso es que, si lo miras bien, lograr la "gnosis" se ha convertido, dentro de la posmodernidad en una especie de saber vedado que cada movimiento progre exhibe como tabla de salvación a sus miembros, y herramienta de cambio social con la promesa de un mundo mejor.
Y como en los gnósticos todos los males del mundo resultaban de la imperfección constitutiva del ser humano, así y, según la tesis de Voeguelin, desde el marxismo original, el materialismo dialéctico fue el ropaje que vistió el gnosticismo para anunciar el conocimiento de una sociedad utópica sin clases, salvadora de la humanidad. El liberalismo clásico creyó que, erigiéndose en gnosis, su pretendido conocimiento de las leyes de la organización natural de las sociedades, daría al fin con una fórmula que acabaría la opresión del hombre. Y la socialdemocracia creyó encontrar una tercera vía entre el comunismo y el liberalismo a través de un conocimiento, primeramente basado en la intervención de los mercados, para luego abogar por una economía del bien común o medioambiental y sostenible, capaz de superar el odioso capitalismo salvaje.
Podría tirarme la tarde relatando la secularización de las ideologías por la cuerda gnóstica, según la genial intuición de este politólogo, y ahondar en grupos de minorías de toda índole, pero ese tampoco es mi objetivo.
El fenómeno del posmodernismo es transversal.
No hay una posmodernidad,sino varias. Y es irónico porque el papel del "Hombre Unidimensional" que una vez Marcuse describió como el producto de un dominio tecno-cultural en la era del capitalismo industrial hoy es encarnado inexorablemente por varios arquetipos de miembros de minorías etno raciales, feministas, nacionalistas, animalistas; expertos, desde agendas específicas, en la insolidaridad social y la depredación económica sobre el estado moderno.
Pero no se puede hablar de posmodernidad sin antes reparar en su antecesor: la modernidad; ya q solo comprendiendo el movimiento modernista y su agotamiento conceptual como lógica histórica de "la ilustración" y su hegemonía cultural posrevolucionaria, podremos hablar del "posmo"
Modernidad en un sentido amplio es la ciencia Newtoniana, la epistemología Cartesiana, la fé la razón, el nacimiento del Estado-Nación, el liberalismo económico y político, el capitalismo industrial y su revolución nacida en Inglaterra, la separación de poderes, la filosofía de la historia: Bacon, Locke, Leibniz, Spinoza, Hume, kant, Hegel, Nietzsche, Marx…..
Es el progreso y la sistematización
Todo esto termina desplegándose a plenitud desde el siglo XVIII hasta XIX.
Cuando esa lógica histórica se empieza a cuestionar a partir de los inicios del siglo XX hasta entrada la segunda guerra mundial, es que se puede hablar de posmodernismo.
En el arte la irrupción del modernismo va ligada a las vanguardias artísticas y los "ismos" (Dadaísmo, Cubismo, Expresionismo, Surrealismo, Futurismo…)
Pero el agotamiento de esas vanguardias y neovanguardias tardías, en su sentido crítico, que se vuelven autorreferenciales, marcan el inicio de un punto de inflexión hacia la era posmoderna.
El fenómeno posmoderno es variopinto porque en sí encierra la consecución de la lógica histórica moderna. Desde el "sólo sé que no se nada" de Sócrates como genealogía de la verdad hasta la asimilación de ella por el hombre posmoderno ha ocurrido una relativización en sentido sublimador; y ya nos encontramos que cada hombre no sólo marca el territorio de su verdad, sino que en la apreciación de la misma la ha socializado en gremios y la ha poetizado en figuraciones de carácter autista, legitimádola psicológicamente; y tenemos entonces a la "posverdad" como atributo efímero y circunstancial del arte de la sofística: posmodernidad y sofística, como elementos del mito social, van de la mano.
Hoy en Cuba se hacen visibles los grupos de minorías. Lo que pasa es que el castrismo ha tenido en su genoma el sentido de la realidad más desarrollado que el "idealismo racionalista", que considera la utilidad de la razón sólo si impera desde el uso del lenguaje, el diálogo y el discurso. De ahí que todo el marxismo cultural sea solo una teoría crítica idealista de la sociedad. Y es que con la amputación del materialismo dialéctico marxista a modo de gran relato, y utilizado de chivo expiatorio por el fracaso de su praxis, el sentido último a lo histórico se pierde en un idealismo racional que de crítico sólo conserva el formalismo de la fantasía freudiana y las tesis de estructuralistas y postestructuralistas en sus fantasías de novelón nihilista. Al menos Marx era materialista en un sentido dialéctico, pero estos marxistas posmodernos sólo han sido producentes desde la sofística parida por la ideología del poder de los grandes grupos financieros: el gran capital dirían algunos.
Por otro lado, que nadie se llame a engaño. No hay nada más posmoderno que un reaccionario (los de ahora) o los denominados Alt-Right. Y es lógico porque de ver cómo el mundo de las grandes identidades se va diluyendo en la pérdida progresiva del imaginario individualista, que apenas cuarenta años atrás no era atacado por los intereses de esos grupos de poder que hoy tienen marcada una agenda de atomización identitaria, a eso que llaman derecha no le fue necesario una reinvención en sus postulados de libertad individual y soberanía. A veces creo que soy más reaccionario que ellos, de no ser porque pienso que ser reaccionario es un modo de no comprender la paradoja del agotamiento en la triste eversión que ha sufrido la modernidad.
Todos somos hijos de la posmodernidad.
Y he aquí que llegamos a ese punto crítico en que me pregunto si el destino de lo humano entra en contradicción con la ciencia, llegados al instante ineludible de un desarrollo tecnológico que posiciona al hombre, imbuido en un contexto de interacción y acople con esa tecnología, en una tierra de nadie, incapaz de pensamiento propio pero muy proclive al enlatado: información, mucha información, diversión y sexo en pote como el helado.
Ignorantes para la ciencia,Hábiles para el confort decía Rimbaud
Todos a las puertas de un mundo que ya no será el que fue, porque la dictadura del Covid fue dejada caer con el propósito de servir de antesala a la próxima versión futurista de una distópica sociedad de anestesiados mentales en la plácida ignorancia.