Paracos de Anime
La primera partida
Transcurrían los días frescos del mes de septiembre, en esos días uno de los deseados atractivos para la recreación era bañarse en El Charco "un inmenso Lago que se formaba por la crecida del río y llegaba a los entornos del pueblo anegando las partes más bajas y formaba un hermoso paisaje visto desde la plaza principal, ubicado frente a la iglesia del pueblo.
Tenía 14 años de edad cuando decidió irse de casa, motivos que descubriremos en la marcha de esta historia. Arrancó una página de aquel viejo cuaderno de 6to grado que aún conservaba porque estaba escrita una notita de una joven con quien compartía una mutua atracción, nunca le había dicho nada, pero ella un lunes antes de ir al recreo en la última página le escribió " siempre me acuerdo de ti "el sonrojado, aun le pasa con el recuerdo de esa frase que tiernamente lo acompañará el resto de su vida, la leyó muy emocionado, cuando salió al patio se miraron pero perplejo aun por aquella hermosa sorpresa, sólo le sonrió , no tuvo el valor para responderle por aquel gesto en su cuaderno, y se fue a jugar.
En la salida, cuando ella aún se desplazaba por el pasillo de acceso a la escuela bailando sus largas clinejas con cintas de color rosa, parecía que no diría nada pero sintió esa energía que lo había bloqueado hace un rato y súbito gritó ... ¡ ¡Bárbara! ella volteando sorprendida, con los ojos muy abiertos, movió sutilmente sus hombros y brazos como indagando lo que sucedía, él ahora más controlado al sentir las miradas cruzadas ripostó ¡Yo también!
Luego de tomar la hoja en blanco donde escribió a sus padres una nota de despedida "me voy de la casa, no quiero ser una carga para nadie, Jaime (el mayor de 6 hermanos) también debería hacer lo mismo". Pero ese cuaderno no viajó con él lo dejó en el mismo lugar donde siempre lo guardaba, bajo el colchón de su cama, junto a revistas de comics y unas ligas para una honda, cuando levantó el colchón y allí devolver el cuaderno, a través del catre vio en el piso una pequeña lata con metras, junto a una cometa que hace poco había hecho con periódicos y varas de Píritu amarradas con el pábilo que compró donde "Vara e Cacho".
Luego de limpiar el patio a Doña Argelia madre de Octavio reconocido coleador de esa época, ella siempre lo llamaba para que le recogiera las hojas de grandes árboles de Samán y frutales de un gran y colorido patio cerca de su casa, donde la Sra. María madre de Argelia mantenía un hermoso jardín, era inevitable distraerse con la cantidad de tucusitos que llegaban a chupar el néctar de aquella flores de muchos colores, pero ese día estaba tan centrado en irse a la casa de Alonso, hijo de la profesora de inglés que le había pedido el favor de ayudar a su pequeño vástago quien quería tener un papagayo pero todavía no sabía hacerlos. Esa misión lo tenía muy emocionado, porque era la oportunidad de tener un nuevo amigo, además, la profe era una persona muy amable, tía de Karen y Loren, que también estudiaban en el liceo, una un año superior y Loren contemporánea con él. Cuando Argelia le dio los 5 bolívares salió corriendo a comprar su pábilo que le costaba 1 bolívar, siempre compraba dos porque quería que su cometa volara muy alto.
Feliz iba a esa bodega muy popular, ubicada en una esquina por ello tenía en cada calle una puerta muy alta tipo colonial, donde un señor de avanzada edad, tez morena, alto, atendía a todo el mundo entre bromas y expresiones amigables, que en ocasiones se volvía una tertulia cuando varios canosos se reunían a echar cuentos y hasta a chismear de todo el mundo, hayyy pero si llegaba el viejo Piñate el jolgorio pasaba a contienda de cuadrilátero, porque "Vara e Cacho" y el refunfuñón Piñate, siempre iniciaban un debate que terminaba en improperios jocosos de ida y vuelta y la estocada más dura para Piñate era cuando Vara e Cacho le decía “ojo e samuro que por ahí viene la loca Ursulina”
Ursulina en algún momento de su vida fue la esposa del viejo Piñate pero no se sabe qué pasó, se rumora que todo fue a raíz del hijo que tuvieron juntos, el pueblo supo que ella dio a luz pero nadie lo vio, sólo la vieja partera de aquel momento que la atendió casi 20 años han pasado desde aquel momento, Beriana la famosa matrona, ya está muy anciana, al cuidado de una de sus dos hijas, cuyo padre falleció cuando eran niñas. Lo cierto es que de la noche a la mañana y por muchos años la pregunta era, ¿qué pasó con el hijo de Ursulina y Piñate?
Desde eso días de incertidumbre Úrsula, como le dice Piñate, se dedicó a deambular en las calles de Vallegüan, con una mezcla de alocada y exhibicionista coherencia en su actuar y en su discurso. Ya el pueblo estaba acostumbrado a aquellos espectáculos, de hecho, si sabían que los viejos bromistas del pueblo estaban donde Vara e Cacho y Ursulina andaba cerca, los peatones incautos disimuladamente se acercaban a observar, y la reacción de la vieja caminadora no se hacía esperar, "Esos son peores que las lavanderas de El Charco y eso que nosotras somos las chismosas, les gritaba la loca Ursulina cuando pasaba cerca de la bodega y si alguno se le ocurría responderle o reclamarle se enardecía más y ese espectáculo paraba público, cuando todo llegaba a tope de gente aglomerada, más el viejo Piñate diciéndole ¡Uuursulaaa! ¡vaya pa la casa carajo! Ella entre risas los seguía insultando y en ocasiones se subía el vestido, nunca llevaba pantaletas y se orinaba parada mientras le gritaba a la gente ¡qué pasa nunca han visto a una mujer orinando! si no les gusta miren para otro lado. A Piñate no le quedaba otra opción más que salir de la bodega e irse en su caballo Corocoro, a la casa, mirando con desprecio a todo el mundo.
No siempre era ese el desenlace del quilombo, en ocasiones el viejo Piñate le jugaba bromas a Vara e Cacho que lo dejaban mal parado. El tercer pata del combo era “Trompo Verde” a quien los dos alebrestaos como él les decía, lo acusaban de motolito y el mayor motivo de bromas era su cuento de camino con “Carmen Barrios” otro personaje del pueblo pero contrario a Ursulina Carmen era más bien callada. Bueno la verdad todo ese berenjenal era una manera de juegos pesados que ellos disfrutaban y con los días se reían de sí mismos por las vainas que pasaban.
Ya eran aproximadamente las 2:00 de la mañana, cuando sentado en la cama, nervioso pero seguro, se levantó con viejo bolso de tela donde colocó algo de ropa, un peine plástico, de esos gorditos con dientes gruesos color negro, una muñequera con una pepa e Zamuro y cuentas de semilla que el mismo había hecho, impulsado sin lugar a dudas por ese espíritu aventurero que muchas veces lo metía en problemas. Sin saber lo determinantes que serían más adelante, tomó de una estantería de la sala dos casetes de 60 minutos marca TDK, de Ray Conyff y Fausto Papetti, que la tía Emalva, le había regalado a su mamá en una visita que les había hecho hace meses, quien vive en la capital del país y es su primera opción de llegada.
En esa estantería de madera dejó la nota de despedida que luego sería repudiada por su hermano mayor y motivo de enérgico reclamo cuando trató de interrumpir su viaje al día siguiente, a mitad de camino, en casa de unos amigos de la familia donde pasó una noche, ellos viven a casi 350 kilómetros de casa, 4 horas en carretera para aquellos años.
Sigiloso colocó el morral en su espalda, mientras se desplazada en retirada miró por última vez aquella pared verde claro con evidentes huellas de sus juegos, donde su hermano mayor aseguró haber visto un espanto que lo asustó a pleno día, en ocasión que se quedó sólo en casa. Con cuidado abrió la puerta de salida a la calle, el ruido al cerrarla creó la duda si alguien había despertado, no miró atrás pero mientras sus oídos atentos estaban, su mirada iba fija dirigida a la carretera interestatal que pasaba diagonal a su casa, donde pediría su primer aventón para comenzar el camino de la incertidumbre y la aventura.
Texto en proceso.
Félix Díaz Durán
También puedes encontrarme en
https://noise.cash/u/ElDiscursodelasManos