-¿Mami, de donde vienen los niños? – preguntó Robert a su mamá.
Robert tenía unos 6 años cuando hizo por primera vez esa pregunta en su vida. Es a esa edad en la que todo parece ser extraño y tienden a preguntar cuanto ven y hacen los demás. El por qué de las cosas nunca se le debe ocultar a un niño.
Su mamá lo miró fijamente, abrió un poco los ojos y puso nuevamente la cucharada de sopa que le tenía preparada para el encima el plato. Se dio cuenta de que no estaba preparada para esa pregunta aún. No podía utilizar los viejos dichos, esos que están gastados por todos. Estaba segura de que Robert no podía saber a ciencia cierta de donde eran que provenían los niños pequeños, pero no se iba a tragar el cuento de que era una cigüeña la que los dejaba por la noche en la cuna. Pero tampoco podía decirle toda la verdad, era demasiada para tan poca edad.
-¿De dónde has sacado eso? – respondió para romper el silencio y evitar la mirada fulminante de su hijo esperando una respuesta.
-La maestra estaba muy barrigona, hinchadita. Cada semana se ponía más y más gorda. – Decía el niño, mientras levantaba las manos al aire y llenaba de aire su boca para simular a una persona pasada de peso. – Dejo de venir un tiempo a la escuela y hoy vino flaca, flaquita mami y tenía a una niña cargada, chiquita y llorona. Dice que era su hija. Toda el aula la miraba con la boca abierta, nadie ponía atención a la niña, todos fijaban su mirada en lo rápido que bajó de peso la maestra. Ella nos dijo que había hecho ejercicios y que la niña se la había traído la cigüeña. ¡No me vallas a decir que fue una cigüeña tú también mami! – dijo el niño poniéndose de pie y alarmándose un poco. La madre lo miraba sin decir palabra, nunca había visto a su niño tratar de descifrar algo tan complejo. – Hay algo raro en todo esto – continúo – Todos en el aula sabemos que no es cierto lo de la cigüeña, ninguna cigüeña sería capaz de volar con una niña de ese tamaño, no es muy grande la niña mami, no, pero no creo que la cigüeña pudiera volar con ese peso.
La madre rompe a reír de una vez. No podía imaginar que a esa edad ya su hijo quería saber todo relacionado con la reproducción humana.
-Mami - continúo el niño pegándosele cariñosamente a su madre adulándola como solo ellos saben hacer. – ¿Me vas a decir qué es lo que le pasó a la maestra?, ¿pierde toda esa barriga y de repente tiene una niña que se la trajo una cigüeña?, además con lo complicado que es bajar de peso, te veo a ti que te estás poniendo gorda al igual que ella – Poniendo su mano encima de la barriga de su madre que comenzaba a sobresalir sobre el vestido. – ¿Será que también tendrás un niño? – La madre le coge la otra mano y la pone junto a la otra encima del vestido. Y mueve su cabeza afirmando la pregunta previamente hecha.
Una lágrima de felicidad cae sobre su mejilla y le da gracias a dios de tener un niño tan inteligente. Está segura de que su hermano que viene en camino también será listo al igual que Robert y que en algún momento de su vida, cuando su infancia e inocencia lleguen a ser tan frágil y todo lo quiera saber, volverá a repetirse la pregunta y para entonces, ya ella tendrá elaborada una mejor respuesta.
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