El embarazo!

Fueron nueve meses los que pasó en su barriga, de los cuales no hubo un día que no estuviera feliz, su rostro cambió, sus ojos tenían un brillo especial como nunca antes. Es que llegaría su primer hijo, el más deseado, fruto de ese su gran y único amor.

Cada mes acudían a las consultas médicas para realizar el eco y monitorear al bebé cómo poco a poco crecía, luego salían de la clínica y se iban los dos a almorzar en aquel restaurant chino famoso que quedaba en Altamira.

Que días aquellos organizándolo todo el baby shower para revelar el sexo de su bebé, las compras de los pañales, la ropita, las mantitas, el coche, la cuna, querían cuidar cada detalle, que nada faltara, para todos en la familia era todo un acontecimiento, estaban felices.

Las amigas llevaron a cabo la fiesta desde concursos, adivinanzas y retos pasaron aquel hermoso día. Y se supo que era un varón el que llegaría.

Ese último viernes del mes de noviembre fueron nuevamente al médico ya el doctor había fijado la fecha del nacimiento "19 de noviembre" y le dijo estas palabras "todo está previsto para que el bebé nazca, si el fin de semana no te dan dolores de parto, te vienes el día lunes en la mañana a las siete, bien tempranito, para inducir el parto".

Aquellas palabras de aquel médico fueron como mágicas, era como un adivino o algo así, ese fin de semana, el día domingo estando en su casa como a eso de las seis de la tarde rompió fuente, y más atrás llegaron las contracciones. Una tras otra y cada vez se hacían más fuertes.

El miedo se apoderaba de ella había llegado el momento de tener a su hijo, por fin lo tendría entre sus brazos, lo podría ver, sentir, acariciar, besar, amamantar y cuidar. Ese milagro de Dios esa bendición ya nacería. Salieron en la madrugada, a eso de la cuatro, llegaron y de inmediato la pasaron a una sala, aquello era muy frío parecía como si estuviera dentro de una nevera, le prepararon todo y seguían observando para ver si dilataba.

Amaneció y llegó el doctor la pasaron a la sala de parto para que empezara a trabajar, quise decir a pujar para que saliera el bebé. Aquello era desesperante había pasado desde las seis de la tarde del día anterior y eran las seis de la mañana del siguiente día y nada, estaba agotada, decía que no podía más. Luego el médico decidió que nacería por cesárea. Y así fue no tardó solo minutos cuando escuchó aquel llanto, ya había nacido, lo llamó Santiago como su abuelo paterno.

Desde ese día sus vidas cambiaron estaban llenos de incertidumbre de mucho temor, ahora se trataba de cuidar y proteger a ese ser tan pequeñito pedacito de los dos. En la clínica ese día era todo una algarabía llegaron los abuelos, los tíos y muchos amigos, le llevaron regalos, que en aquella habitación no quedaba espacio de tantas cosas que recibieron.

Tener un hijo es una gran responsabilidad, y más cuando son padres primerizos. Hoy ya ese bebé tiene trece años, está más alto que la madre, en plena adolescencia, ahora supera a sus padres hasta los corrige al hablar su "mal Inglés". Porque para los padres no existe manual para criar a sus hijos, es un ensayo y error y como bendición luego se convierten en nuestros grandes maestros. Fotografía: yo embarazada. El niño recién nacido. El niño grande.