A 15 días de haber fallecido mi hermanita hace 13 años, una hermosa alma desde Japón quiso consolarme por esta partida y me dijo: -voy a contarte una historia verídica que sólo mi familia y ahora tú la saben. "Cuando yo era niña creía en la reencarnación, pero mi papá no, por lo que un día me dijo: ok el primero que se vaya del plano debe regresar para contar que es lo que pasa. Pasaron los años, papá ya anciano falleció.
En diferentes conversaciones Eli, que así la llamábamos, me comentaba que investigaba, estudiaba y para ese entonces no encontraba algo que realmente justificara lo que ella misma defendía, según lo que había leído, así que decidió dejarlo así, al fin y al cabo, aunque encontrara algo más certero su papá no le creería.
Eli me siguió relatando: - No había pasado un mes de su fallecimiento cuando un día a las 3 p.m. yo estaba sola, tocaron el timbre, me sorprendí ya que no se podía subir directo al apartamento porque para hacerlo había que pasar por varios vigilantes, ascensor privado, que es usual en una zona tan residencial como la que yo vivía.
Extrañamente no sentí miedo, abrí la puerta y era un joven que no conocía, su presencia me inspiraba mucha confianza, su sonrisa era agradable, me llamó por mi nombre: - Eli ¿me das permiso para pasar? - claro le contesté, abrí la puerta sin ningún temor y lo invité a entrar.
Se sentó frente a mí y sonriente me dijo: - ¿sabes quién soy? Me quedé pensativa por unos segundos, trataba de recordar. De repente sentí alguna familiaridad, pero no había visto antes su rostro. Su pícara mirada me hizo sonreír y fue cuando entonces me dijo: - ¿Recuerdas el acuerdo? Debo haber puesto una cara de susto porque mantuvo su sonrisa cómo dándome confianza. Sólo atiné a decirle: - ¿de cuál acuerdo me hablas? Y muy tranquilamente me dijo: - ¡Ely soy tu papá! Un torbellino de pensamientos confusos parecía traer a mi presente tantos recuerdos, pero no lograba relacionar la imagen de ese joven con la de mi papá.
Con la mayor naturalidad me recordó aquel acuerdo de confirmar con un regreso desde otro plano para explicar que pasaba luego que partimos de éste. – Oh, no lo recordaba, respondí. - ¡Pero eras un anciano hasta hace poco que falleciste y el que está sentado aquí es un joven! exclamé. -Sí, pero ésta es la edad de mi alma que tiene 26 años respondió, en la medida que vamos acumulando experiencia el alma aumenta lentamente de años. Continuó diciendo, el anciano que viste partir tenía los que necesitó físicamente para su aprendizaje, pero al pasar de plano se nos quitan esos años y el cuerpo de enfermedad. Me quedé en silencio unos minutos, no era fácil entender que hay una realidad diferente a la que creemos, pero como dudar si mi padre estaba allí y eso era una confirmación.
Continuamos hablando de temas pendientes familiares que él había dejado, hasta que me dijo: -tengo que irme, solamente me dieron permiso por corto tiempo. Nos abrazamos muy fuerte porque sabíamos que sólo nos veríamos cuando yo partiera. Salió. Llamé a mi familia y les conté, a los días me mandaron una foto cuándo papá tenía 26 años, ¡era el!
Hoy cuento esta real historia en honor a ella, a mi amiga Eli que repentinamente hace unos meses sentí su bella presencia diciéndole a mí ser: no estoy en este plano, yo también te vengo a recordar mi historia para que otros la sepan y los apoye cuando sus seres queridos partan. La busqué y había partido hacía 1 año.
¡Que el vuelo de tu alma mi bella amiga Eli no se detenga porque llevarás la luz que aquí inspiraste a muchos y ahora estás feliz con tu papá! ¡Gracias Eli por recordarme que la amistad no tiene fronteras!
Imagen de Adina Voicu en Pixabay