Vivimos en un mundo tan completo, estamos llenos de tantas cosas a nuestro alrededor y por ello damos por sentado la normalidad o perpetuidad de todas las cosas.
¿Qué tal si un día despertáramos sintiendo que nos falta la respiración?, este mecanismo del cuerpo es tan habitual y normal que solo lo sentimos cuando nos estamos agitados y debemos respirar con mayor pausa y profundidad.
Y si una mañana nos despertamos de un susto al ver la claridad del día y darnos cuenta que la alarma no sonó a tiempo y mucho peor el reloj de todos nuestros dispositivos no marcan la hora, pues hace unos años no contábamos con tantos dispositivos tecnológicos, hace siglos el reloj era muy rudimentario y hace unos miles de años ni existía. Su avance se ajustó poco a poco a los avances tecnológicos y hoy tenemos un sistema de tiempo exacto que nos permite tener todo bajo control.
Ahora ya que vamos tarde para el trabajo, nos encontramos con otra trágica situación, el motor del carro no funciona. Esto sería impensable hace unos dos siglos, Quien podría excusarse porque su auto no funciono en la mañana? El auto es un invento más reciente y su evolución se ha forjado con otros inventos como la electricidad y el uso del petróleo. Su auge se dio principalmente como instrumento de guerra y hoy en día es un artículo de lujo y ostentación para muchos.
Así que, hay tantas cosas que damos por hechas. A lo largo del día realizamos cientos de actividades, describiré algunas de ellas y el mecanismo que hace posible su utilización.
Abrir el grifo del agua: Acueducto
Prender la luz: desarrollo de la electricidad
Celular: Redes telefónicas
Internet: Red de datos y fibras de telecomuniciones.
Transporte: Mecánica automotriz
Y podría describir muchas más, si pensamos un poco a fondo en las cosas particulares que utilizamos a diario; nuestra ropa, zapatos, maquillaje, electrodomésticos, libros, objetos de aseo, etc.
Todo ello configura nuestro entorno, la gran noticia es que todo ello no existía y necesito de una mente que lo diseñara, un proceso y su comercialización afín de sostener la oferta y la demanda.
Pero es tan normal tener todo esto, que nunca nos ponemos a detallar siquiera el cómo o por s que surgió algo. Si vemos una de estas películas de viajes en el tiempo, quienes van al futuro reaccionan con sorpresa ante la multiplicidad de objetos y avances tecnológicos. Creo que el solo imaginar una experiencia de estas nos permite entender la verdadera evolución del hombre.
Todo esto hace parte de ese aspecto visual y quizás material de la vida, pero sería bueno profundizar en las relaciones interpersonales lo que en ellas damos por hecho.
Podríamos decir que evolucionamos como especie, pero tal vez muy poco como seres humanos y con esto me refiero a la valía del ser, cada uno como seres individuales e iguales. Ese no sería un tema nuevo; la esclavitud, la pobreza y la guerra no habla muy bien de nosotros como especie.
Pero además de estas problemáticas creo que hay otras más furtivas, damos por hecho casi cada cosa.
Olvidamos dar las gracias: después de una compra, al señor del transporte, a quien nos cedió la silla o un puesto en la fila, por la comida que nos brindan en casa, un gesto amable, etc.
Dejamos a un lado el pedir permiso, el saludar a los demás, el sonreír, devolver una mirada, contestar un mensaje, dar una palabra de afecto o cariño. Eso debería ser lo habitual, es casi como ir a la inversa. Deberíamos evolucionar como personas tanto o más como lo hace nuestro entorno.
Reconsideremos lo esencial de la vida, ver en cada día un espectáculo, ser más observadores y consientes, porque incluso este don de la vida es limitado.