Orígenes
Ahí estaba, huyendo de la destrucción, del caos, de los gritos, del humo, del miedo...
Mi ropa esta rota, desgastada, manchada por la sangre provocado por un Gladius, su doble filo y la técnica de estocada había impactado mi frágil cuerpo, puedo sentir mi costilla perforada y la sangre brota cual caudal carmesí, el daño es serio y puedo sentir que la vida se me escapa en cada segundo, gracias a un movimiento de escudo pude evitar que la espada romana atravesará por completo mi ser, al mismo tiempo pude distraer la atención de mi adversario lo suficiente para hundir mi daga en uno de sus ojos, acto seguido el romano cayo de rodillas, exhalo su ultimo aliento, me miro y cayó de bruces sobre su rostro.
Ya no pensé en nada mas, solo en huir, huir del fin, de la destrucción, por un momento hice una pausa en mi frenética huida para inhalar el aire que sentía se me iba por el cansancio y el dolor de mi herida. En ese momento voltee, vi mi amada ciudad, Cartago, sufriendo un largo asedio de 2 años, en el cual nuestras mujeres donaron sus hermosos cabellos bañados alguna vez con agua del Mediterráneo, para construir cuerdas para arcos, nuestras mismas mujeres que cedieron sus tan preciados ornamentos en metal, para construir puntas de flechas, así como ellas, muchos ciudadanos sacrificaron algo, para construir una espada, una punta de lanza, un escudo, todo con lo cual, nuestra amada ciudad pudiera librar la batalla por su destino.