Belleza. Percepciones
Belleza es una de esas palabras que encierran tanta subjetividad que es prácticamente imposible definir lo bello y es que este concepto encuentra su significación en aquello que nos conmueve, lo que despierta emocionalmente, en nosotros, una sensación agradable, complaciendo los sentidos. Sin embargo, el concepto de la belleza también es capaz de trascender este espacio y ubicarse en un ámbito que, aún chocando con nuestra imagen de lo bello, percibimos que la tiene. Ilustramos esta idea con un ejemplo.
El grito , esta famosa pintura del artista noruego Edvard Munch (1863-1944) es considerada la obra icónica del movimiento expresionista y tal vez coincide conmigo en que, de entrada, la obra no despierta una grata sensación por lo que considerarla una belleza puede ser realmente un indicador extraño de quien la percibe.
Si nos paramos frente a ella y describimos sus elementos nos encontramos con una figura humana, no definida sexualmente, con un aspecto cadavérico, incluso, la silueta del cuerpo nos sugiere algo etéreo, su rostro con los ojos desorbitados, la boca abierta en un grito que se “escucha” y las manos sosteniendo el rostro en un ademán de angustia y desespero que nos hablan de miedo y terror.
En su contexto vemos un río turbulento, algo que parece un remolino que se va formando e incluso sus colores pastosos me dan la sensación de atrapado de imposibilidad para salir de ese lugar, cualquiera que sea el mar. El cielo, en un contraste que pudiera ser cálido, tiene un movimiento violento, inquietante que asecha y oprime.
Mi interés por esta obra es de vieja data, en una oportunidad hice un post cuando estaba en la otra cadena relacionada con las momias, específicamente unas halladas en Perú, entre los aspectos que llamaban mi atención de estas momias en particular, era que tenían la boca abierta en clara expresion de terror. Investigando sobre la justificación que dieron los científicos a este hecho encontraron que estas personas fueron enterradas vivas para evitar la propagación de una epidemia.
Posteriormente hallé una teoría que sostiene que Munch pintó el cuadro después de visitar en París (1889) una exposición donde mostraron las momias y quedó muy impresionado con lo que descubrió. Hay otra teoría que sostiene que el origen de la creación es algo más personal, relacionado con una hermana interna en un psiquiátrico y sus propios conflictos interiores.
En cualquiera de las dos posturas, no puedo dejar de plantearme la belleza que esconde la obra y ella radica en la manera tan perfecta que encontró el artista para recoger y expresar un sentimiento de forma inequívoca. Miro la obra y al conectarme con ella la sensación de miedo aparece y con ella ese torbellino que la envuelve, que le es posible paralizarnos y del cual no es sencillo salir, eso es el miedo y su expresión más espontanea es el grito. Desde este ángulo encuentro la obra bella y perfecta.
Por otra parte también podemos coincidir en que los criterios de belleza son cambiantes en el tiempo producto de las características socioculturales de cada momento histórico. Uno de los ejemplos de esta percepción y de gran significado lo encontramos en los cánones de belleza femenina a través del tiempo. Veamos cuatro momentos en esta evolución:
En la obra renacentista, siglo XV, el cuerpo idealizado de la mujer era aquel que, sin llegar a la gordura, estaba “entradito en carnes”. En las obras de arte de esta época las “modelos” eran mujeres delicadas y graciosas en sus movimientos, sus cuerpos son voluptuosos. En la obra de Rubens, El juicio de París , es interesante en este sentido porque París tenía que entregar la manzana a la Diosa que la exploraría más bella y allí tenía a las tres: Afrodita, Hera y Atenea. El pintor, siglos después del mito, las inmortaliza en una pintura bajo su criterio histórico de belleza.
Hablar de belleza del cuerpo femenino a finales del siglo XX e inicios del XXI apunta hacia una belleza corporal ubicada en la extra delgadez. Un criterio que puso a millones de mujeres en el mundo, sobre todo a adolescentes, en un panorama de insatisfacción consigo misma si no entraba en él, trayendo problemas psicológicos relacionados con la alimentación, como la anorexia y la bulimia, convirtiéndose en un problema real de salud colectiva.
Hace unos años atrás, quizás 6-7 no recuerdo con exactitud, la firma de productos Dove lanzó una campaña publicitaria donde todos los cuerpos “cabían”, que buscaba romper con ese ideal implantado surgido del mundo de la moda y, que de alguna manera , apuntaba hacia lo antinatural. La campaña apostaba por la inclusión, la aceptación y el amor propio.
En la actualidad, considero que el canon de la belleza corporal femenina tiende a la salud integral que contempla una dieta nutritiva, con fuerte tendencia hacia los alimentos naturales, el deporte y el ejercicio incorporados al estilo de vida. Se podría decir que el eslogan es: belleza es sinónimo de salud.
Por supuesto, que cuando hablamos de la belleza de la persona los criterios son muchísimos más amplios, el enfoque se encuentra en la manera de ser de cada quien, así encontramos constructos como “es una bella persona” aquella que tiene y principios acordes con los patrones éticos y morales aceptados socialmente.
Sirvan estos ejemplos para ilustrar que la belleza no es solo una percepción individual. El medio, las costumbres, creencias, valores, estereotipos y todos los elementos de la cultura ayudan a que formemos nuestros criterios.
Por eso, en ocasiones me resulta interesante realizar el ejercicio de detenerme ante aquello que de entrada parece poco estético, feo, desagradable, que rompe con lo que la mayoría podemos considerar bello; lo contemplo tratando de traspasar su apariencia y así, de pronto, descubro algo de belleza donde creía que no existía.