¿Creer o no creer? Mi breve historia de conversión - Parte 1

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2 years ago
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La mayoría de personas en la actualidad ven la fe como algo superfluo, vacío de sentido, ¿Vale la pena compartir las creencias propias con los demás? ¿Qué se puede lograr de bueno con eso?

Trataremos de responder lo más sincera y satisfactoriamente a esa pregunta.

Hace no más de cinco años, era una persona fascinada con lo misterioso, lo polémico, lo que a mi parecer era oculto a la mayoría de personas. Esto por supuesto, me hacía sentir orgulloso de mi de alguna forma, me veía a mi mismo superior a las personas de mi entorno. Los demás eran como simples seres vacíos sin nada interesante en sus cabezas.

La realidad es que yo escondía con esas actitudes, grandes inseguridades sobre mi, no sentía encajar con nadie, pero no por ser mejor, o por encima de nivel con los demás, si no por que ni siquiera me veía bien a mi mismo. No me quería, no me valoraba como persona, y es que para colmo, no sabía lo que quería ni quién era yo. Pero no lo sabía, seguí sumergido en ese mar de pensamientos y largas horas mirando el techo, soñando con tener cosas que no tenía pero que por alguna razón, me sentía seguro de poder tenerlas en algún momento. ¿Cómo acabó todo? Mejor dicho cómo comenzó mi verdadero camino en la búsqueda de esa libertad de mis propios demonios que en el interior de mi alma tanto ansiaba tener. Pero eso es después, primero y sin pretender aburrir al lector, quisiera contar brevemente mi historia personal de conversión, de ateo enemigo de cualquier cosa que instigue hacia esa "involución" que creía a la religión, hasta ser una persona convencida de querer ayudar a los demás a llegar específicamente al otro lado, sólo espero que en algún momento le sirva a alguien, aunque sea, como una anécdota en la que reparar de pasada.

Nací en una familia hiper católica, en una ciudad random de américa del sur (bueno no tan random, aquí se dio el primer encuentro entre el inca Atahualpa y el conquistador Francisco Pizarro), desde pequeño siempre me interesé por los temas de Dios. Las amigas de mi abuela la visitaban recurrentemente para rezar, ella pertenecía a un grupo de la iglesia llamado "La tercera orden". Las viejecitas siempre rezaban el rosario, iban a misa todos los días y siempre veían la manera de ayudar al sacerdote en algo, así sea limpiar el piso.

Siempre hablaba con mi Abuela sobre eso, le hacía preguntas, ella respondía, y ahora me tocaba a mi hablar, era un gusto innato. Un día mi abuela sufrió un accidente que le costó no volver a caminar más. Sólo paraba en cama, lo que más recuerdo es ir a buscarla para comentarle las partes que más me impactaron de la última película de Jesús que vi.

Cuando mi abuela falleció, no sentí tristeza alguna, sólo recuerdo contagiarme aniñadamente de los llantos de mis primos y hermanos, los cuales estaban muy afectados. Pero yo no, alguna parte de mi me decía que ella seguía con nosotros, que ella estaba bien y que era inútil llorar. Me hizo mucho sentido unas palabras que dijo su amiga: "Ella ahora está en otra dimensión". Me imaginaba una realidad parecida a las películas animadas tipo Shrek, 5 años apenas tenía.

Unos años después, tuvo lugar ante mis ojos, la primera discusión teológica que presenciaría en mi vida, que vista a estas alturas puede parecer un chiste, pero en ese momento, no había nada más interesante.

Varias veces había escuchado a mi madre decir: "A la Virgen María no se la adora, sólo se la respeta". Y otras veces, haciendo alusión a los pastores evangélicos: "Ellos sólo manipulan a la gente para lucrarse con el diezmo.

Es así cómo, con dos ligeras pinceladas, mi pensamiento religioso se iba formando, para algunos cosas sabias, para otros (y me incluyo en la actualidad) puros prejuicios.

Recuerdo haber estado en mi escuela, en segundo de primaria, un día normal de clase a la hora de recreo. Dos compañeras mías se paran una frente a la otra, con actitud confrontativa. La una le decía a la otra: "Ustedes adoran a María" -seguía con una mirada llena de odio y desprecio entremezclados- "¡Se van a ir al infierno!". La otra le respondía: "¿Cómo que no? ¡Ella es la madre de Dios!". Apenas unos niños todos, era obvio que la primera había aprendido lo que atacaba talvez en su centro de culto religioso o en su propia casa, mientras que la segunda, para su defensa sólo decía lo que le dictaba su sentido de protección ante lo que creía sagrado, de similar procedencia.

Yo, consternado y firmemente creyendo la equivocación por parte de ambas, recordando las sabias palabras de mi madre, sólo atiné a moverme de donde estaba, en dirección a ellas e increpar a mi compañera católica: "No, Gina, a María no se la adora, sólo se la respeta"- A lo que ella me respondió: "Renatto, ¡María sufrió mucho!". Gran argumento sería, tal vez, sólo se que desde ese momento, no podía quedarme a medias, necesitaba profundizar más en lo que creía o decía.

El mejor amigo que tenía entonces, era también evangélico, cuando salíamos al recreo, recuerdo explicarle la forma en la que murió Jesús (sentía gran obsesión por su pasión), a lo que él me respondía: "Así que sabes muchas cosas sobre Dios...", tiempo después, sus papás decidieron cambiarle de colegio, nunca más volví a saber de él.

Pronto llegó alguien nuevo, mi nuevo amigo de caminatas, similar a mi en rendimiento académico, a ambos nos gustaban los juegos de acción en computadoras, intercambiábamos trucos, etc. Pero oh sorpresa, era testigo de Jehová. A los pocos días de su llegada recuerdo haber discutido con él acerca de la preexistencia de Jesús antes de su nacimiento en el mundo, a la vista del presente, bajo la creencia que tengo, el equivocado era yo, sin embargo, en ese momento yo estaba totalmente seguro no sólo de tener la razón (de que antes de ser fecundado, Jesús no existía), si no de que eso era lo que enseñaba la doctrina católica, aún así, nuestra amistad pasaría de la de dos amigos que se encuentran un perro sin hogar y lo crían entre ambos, a rivales en varios aspectos, hasta en competir por la misma niña que pasó a gustarnos simultáneamente.

Siempre me gustó dibujar, según mis compañeros y profesores, lo hacía muy bien, pero lo que me importaba no eran tanto los elogios, si no lo que dibujaba. Lo que hacía con más frecuencia era la elección entre Jesús y Barrabás, y la escena de la crucifixión, tanto contenido teológico, pero escondido a los ojos de un simple niño.

Llegaba el momento de estudiar la historia de mi país, me entusiasmaba comprar las láminas de los incas, pero cuando llegaba el virreinato y la república, ¡Que aburrido! Se me dio una vez la oportunidad de salir en el teatro vestido de inca, experiencia que disfruté. Esa pasó a ser mi nueva obsesión, el redescubrir mis raíces andinas, el sentirme orgulloso de haber nacido en esa hermosa tierra de los hijos del sol. Aunque, extrañamente, cuando me tocó actuar de guerrero quechua y batallar con los soldados españoles, me sentí relegado, sumido, reducido, una parte de mi me decía que mejor hubiera sido actuar de blanco, pero no lo era. Esquizofrénicamente, por las cosas que veía en clase, odiaba lo español, pero a la vez quería serlo, por que eso me alejaba de ser "cholo". Mientras que por otro lado, quería sentir ese aire prehispánico en el ambiente, y saberme un soberano capaz de vivir aunque de maneras poco ortodoxas a lo conocido, y con costumbres tan ancestrales como místicas, pero lo último que quería era que al llegar a la escuela y me vean con la empleada, piensen que es mi mamá.

Esa fue también la primera fase de mi auto-encuentro cultural.

Entonces llagó el momento de pasar a la secundaria, y toparme con el curso de historia y ciencias sociales, como ya uno se puede imaginar, esto no es necesariamente favorable para alguien que quiere mantener su fe en compostura, sin embargo era algo que tarde o temprano, tenía que pasar.

Así, entró por la puerta grande la narrativa de la "Santa Inquisición", que como la explicaban tan detalladamente los profesores, de santa no tenía nada. Como cereza del pastel, era algo que además de ser tan sombrío, vinculaba directamente a la Iglesia Católica por un lado, y al histórico Imperio Español por el otro, pero eso lo dejaremos para un momento más adelante, esto aún no acaba de empezar...

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