Para empezar con la dinámica quise hacerlo con el primer tema propuesto por @SaraEscribe: La venganza. El sentido de justicia es algo que se va desarrollando desde nuestros primeros años de vida, el quid del asunto es analizar cuando pasamos de ser justos a justicieros.
A medida que los años pasan y vamos madurando, aprendemos a valorar, a respetar y a comprender los espacios y pensamientos ajenos.
Es lo que considero desde mi muy personal punto de vista.
Cuando jóvenes vemos el mundo a través de un cristal que aunque diáfano, tiene un brillo que encandila; y en nuestros ojos llevamos un velo de inocencia, insensatez e inmadurez que no permite que tengamos un discernimiento de los eventos de una forma más realista y humana. Al contrario, la soberbia de creer que lo podemos todo, que somos capaces de todo e incluso pensamos que la vida nos debe algo y que por eso todos; nuestros padres, maestros y hasta nuestros amigos tienen que soportarnos; y ahí vamos, cayendo y levantando el espíritu cada vez que sea necesario; limpiando rodillas, curando heridas y secando lágrimas. Vamos aprendiendo.
O eso creemos hasta que nos enfrentamos a un nuevo reto personal. ¿De qué manera debemos reaccionar cuando nos rompen el corazón, hieren nuestros sentimientos o lastiman nuestro ego?, ahí vamos otra vez.
Al ataque, o eso creemos.
"Ojo por ojo, diente por diente"; "Con la vara que midas serás medido; crecimos, nos formamos escuchando frases como esas. También aprendimos otras: "El que la hace la paga", "Te pagaré con la misma moneda", "Te trato conforme me trates a mí "; y un largo etcétera. Que nos han alejado del verdadero significado de "poner la otra mejilla". No es mi intención dar una cátedra de moral religiosa. Si me lo permiten, pretendo que comprendamos las situaciones y acciones dentro de los contextos apropiados.
Cuando nos sentimos ofendidos, agredidos, heridos de alguna manera; nuestro ego es quien más sufre y la reacción siempre se resume en una cosa: "Esto no se queda así ". Y buscamos la manera de que se "haga justicia". Y nos convertimos en justicieros; buscamos revancha; que sienta lo que hizo sentir, que sufra como hizo sufrir. Poner la otra mejilla es impensable. No somos cobardes.
Pongámonos en contexto. Cuando se abofetea a alguien, no se busca hacer daño propiamente. Se busca ofender el orgullo y que haya una reacción en consecuencia. "Poner la otra mejilla" significa que no vas a seguir con el juego, que no se va a dar la reacción negativa que la otra persona espera.
Eso no significa que las cosas van a quedar ahí y que no vamos a hacer nada y nos sentamos a esperar justicia divina; no. Significa que somos personas diferentes a quien nos agredió y por tanto no "se la vamos a devolver". Existen mecanismos de justicia apropiados que nos harán mantener la dignidad por sobre la injusticia y los agravios.
En ocasiones dar la otra mejilla es terminar con una relación tóxica en la que recibes, pero te defiendes y le das lo suyo. Palo con piedra. Infidelidad con infidelidad. Insulto con insulto. Y la dignidad y el respeto brillan por su ausencia. Poner la otra mejilla es alejarse del círculo vicioso, es denunciar si hace falta, pero no ceder a la tentación de pretender tomar la justicia por mano propia. La venganza se nutre del rencor y el resentimiento, sin darnos cuenta, nos ciega y nos aleja de la felicidad y la paz.
Poner la otra mejilla es de mansos, no de mensos.
Mantener la serenidad es muy complicado sobre todo cuando nos tenemos que enfrentar a una diaria realidad de noticias de guerras, genocidios, catástrofes naturales y económicas, delincuencia, de una sociedad enferma de necesidad y pobre de mente y espíritu. Pero el esfuerzo por mantenernos serenos, reflexivos y comprensivos; es lo que puede hacer la diferencia entre la vida o la muerte, entre paz y guerra, entre amigos y enemigos; entre felicidad o desdicha.
"La ira es un veneno que uno toma esperando que el otro muera". W. Shakespeare
Cada día tenemos el poder de decidir si optamos por la venganza o ponemos la otra mejilla.
Formamos parte de esta sociedad, como una pieza de engranaje; nos guste o no, cada decisión, por pequeña que sea, es una contribución importante, lo que toca decidir es si contribuimos de forma positiva o no.
Créditos por la imagen a Peggy_Marco de Pixabay
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Dinamicaenespañol se pone buena ya he visto varios artículos y bien que le han echado ganas en sus escritos, en este caso estoy de acuerdo contigo, yo soy lñde las que pongo la otra mejilla, respeto a los que piensan lo contrario y se sienten mucho mejor vengando se de quien se las hizo. Pero yo pienso que si lo que me hizo esta mal, por que también voy hacer el mal, para que me lo vuelvan hacer y se convierte en un círculo vicioso en el que ninguno gana.