paz

Señor Presidente y Señores de la Convención:

Agradezco la oportunidad de poder hablarles esta tarde sobre ciertas cuestiones fundamentales que nos conciernen a todos: la paz y el orden y la seguridad nacional. Estas ideas abstractas sobre el buen gobierno están tan conectadas que puedo hablar de ellas juntas.

Sin embargo, antes de tocar los temas, me gustaría darles una imagen de Filipinas y su gente inmediatamente después de la liberación. Mientras viajábamos por las Filipinas, vimos la devastación casi total de nuestra civilización y la destrucción de la humanidad. Conocimos a personas de diferentes ámbitos de la vida. Generalmente, eran físicamente débiles y hambrientos pero con rostros sombríos para mostrar su espíritu invencible; algunos estaban levantando sus casitas; algunas estaban en sus casas; algunos se dedicaban a los negocios; algunos habían regresado a sus granjas y otras industrias; algunos iban de un lugar a otro en busca de sus hermanos y hermanas que habían desaparecido de sus hogares durante aquellos días oscuros de la ocupación enemiga; algunos colocaban cruces blancas sobre las tumbas de sus hermanos y compañeros de armas caídos; y algunos se dedicaban a ganarse la vida. En general, la fibra moral de nuestro pueblo era muy baja.

Entonces nuestros vuelven mente a contemplar la paz por la que millas de nuestros hermanos dieron su vida. ¡Qué gozosa bendición, en verdad, fue la paz! Volvieron sus corazones a nuestro creador y le agradecieron por tan gozosa bendición.

Aquí y allá y en todas partes se respiraba el aire de la libertad, vitalizado por el sustento nutritivo de la democracia. La tierra estaba alli de nuevo para que todos labraran y disfrutaran de sus frutos. Allí estaban de nuevos los mares y las millas de especies de peces que tan abundantemente les había provisto la Divina Providencia. El intelecto estaba allí de nuevo para aprender y disfrutar de nuestra nueva libertad. El espíritu se expandió sin restricciones por las cadenas del miedo y la ignorancia. El corazón se regocijó en la igualdad; la igualdad de sentido ante una ley justa y un país de igualdad de oportunidades para todos.

Tal era la imagen de Filipinas y de nuestro pueblo después de que el humo de las armas hubiera desaparecido y el polvo y el barro se hubieran asentado. Entonces hubo paz, que todos disfrutaron.

Y sin embargo, Caballeros de la Convención, han escuchado el discurso de Su Excelencia, el Presidente, en la apertura de esta convención. Llamó nuestra atención sobre las actuales condiciones de paz en el centro de Luzón. Nos informó que estos elementos disidentes están luchando contra las fuerzas del orden público. Nos informó que el gobierno ha hecho todo lo posible y ha agotado todos los medios para restaurar la paz y el orden. Llamó nuestra atención sobre el programa del gobierno para el mejoramiento social, y la ejecución de este programa continúa. Nos informó que había amnistiado a todos los elementos disidentes en aras de la paz y el orden.

Pero no había paz. Los elementos disidentes se reorganizaron y reformaron para renovar sus hostilidades hacia el gobierno. Oyes de vez en cuando de personas, ricas y pobres, secuestradas, asesinadas y despojadas de sus pertenencias, y de vez en cuando escuchas de enfrentamientos entre los disidentes y las fuerzas de la ley y la paz.

¿Qué hizo que los elementos disidentes se negaran a acogerse a la amnistía? Descubrimos en documentos que la organización encabezada por Taruc es una organización comunista, y Taruc se declaró abiertamente comunista. Este grupo ya ha establecido su propio gobierno comunista y su objetivo es desaparecer de nuestro gobierno democrático.

Han escuchado el discurso del Portavoz Pérez. Él les describió lo que es el comunismo y les los efectos del comunismo dijo en nuestra civilización, religión y sistema de gobierno actuales. Su advertencia seguramente es motivo de reflexión.

Si bien la paz y el orden son la preocupación del Secretario del Departamento del Interior, sin embargo, cuando el desorden se propaga y se cometa a gran escala, mi Departamento será llamado a hacer frente a la situación. En la actualidad todavía no estamos utilizando las Fuerzas Armadas de la República, pero cuando la seguridad e integridad de este país se vean amenazadas y Su Excelencia el Presidente proclame la existencia de un estado de emergencia, las Fuerzas Armadas de la República serán tiradas al campo .

La legítima defensa es la primera ley de una nación, así como de un individuo. Con base en esta ley básica, las personas sabias que escribieron nuestra constitución pensaron que el trabajo más importante del gobierno era proteger el país.

El Artículo 2, Sección 2, de nuestra constitución establece que la defensa de un estado es el deber principal del gobierno, y en el cumplimiento de este deber, todos los ciudadanos pueden ser obligados por ley a prestar servicio personal, militar o civil. Para implementar esta parte de la constitución, la Asamblea Nacional promulgó una ley conocida como Ley de Defensa Nacional. La ley establece que la conservación del Estado es obligación de todo ciudadano. La seguridad de Filipinas y la libertad y neutralidad perpetua estarán garantizadas por el empleo de todos los sin distinción de ciudadanos edad, sexo o recursos.

Señores de la Convención, su deber en la defensa de nuestro país consiste en el reclutamiento y movilización de mano de obra. No necesito poner más énfasis en la importancia de su deber por razones obvias. Si no notifica a tiempo y ve que las reservas que residen en sus respectivas provincias se presentan en el punto requerido por las órdenes, falla en su deber, y tal falla puede causar nuestra derrota.

Todos ustedes son conscientes del hecho de que la paz mundial está en juego, que el mundo está nuevamente amenazado por la guerra, esta vez por la destrucción misma de la humanidad y la civilización. Mire a nuestro alrededor en China, Birmania, India y las Indias Orientales, Corea. Todos ellos son vecinos y los encontramos a todos hirviendo de inquietud, enfrascados en luchas fratricidas debido a la existencia de ideologías opuestas que están enzarzadas en una amarga lucha por la supremacía de sus filosofías.