Al final, tenemos que creer en algo.

Tiempos diferentes a los de antes. En algo mejores, en algo peores, pero siempre mirando hacia el frente. Con todo lo que ha evolucionado el ser humano es común ver como a medida que avanza la sociedad, sus costumbres y tradiciones sufren cambios que, de una u otra forma evolucionan a algo distinto a lo que se vio en principio.

La religión es una de esas cosas, que sin embargo ha tratado de mantenerse vigente en los corazones de todos sus creyentes, siguiendo una serie de dogmas inquebrantables para lograr la paz a nivel espiritual que tanto se persigue de acuerdo a lo que se cree.

Muchos millones de años en evolución, nos han condicionado a creer en algo. Desde creer en la naturaleza, hasta creer en deidades superiores que nos observan en nuestro accionar, cada parte del mundo ha tenido sus propias creencias, para al final del día, tener una perspectiva de vida acorde a la misma.

Aunque este no sea el punto del post en sí, cabe mencionar los periodos de la historia donde se adoraba a la lluvia, el sol, el fuego, y claro que hablamos de Mayas y Aztecas, cuando los egipcios crearon su mitología basada en seres supremos, lo mismo que sucedía en los países nórdicos con su rica mitología; que decir de los griegos y sus dioses, la lejana India con sus millones de deidades, hasta pasar por la religión más conocida, el cristianismo. el punto es creer en algo.

Aclaro que la intención del post no es explicar a detalle las religiones antes mencionadas, pero si dar una idea de lo variado que puede ser el mundo ante ellas. Dicho esto, seguimos.

La necesidad de tener un ser supremo.

Somos seres inteligentes y brillantes, solo basta con ver la historia para poder comprobar la grandeza de nuestro ser, y como hemos construido toda una civilización que cada segundo se transforma. Sin embargo, nuestra idea de saber que algo más allá de nuestra comprensión y sentidos está ahí, es algo que siempre ha existido, y de alguna forma, existirá.

Bien sea por tener un juez imparcial para hacer cumplir una serie de parámetros, para agradecer cuando las cosas nos salgan bien, incluso para pedir que esas cosas nos salgan bien, y como no, para conseguir paz interior, como le funciona a muchos.

Como sea que lo veamos, es algo dentro de nosotros que nos obliga a sentir, que un ser o entidad desde otro plano, está ahí para nosotros.

Distintos puntos de vista así lo corroboran

Filosóficamente hablando, la fe existe, es inherente, y corresponde a la necesidad del hombre por creer en una realidad trascendente, así lo explica el doctor en filosofía, Leonardo diaz.

En esencia, se basa en creer en algo que no es visible, con la convicción y optimismo de que las cosas mejoran, que el universo tiene sentido, y que la vida no carece de él.

En teología, la cosa cambia, y según Daniel Pérez Quiroz, la fe es un don que el mismo Dios nos ha otorgado. Lo hizo el ser supremo para nosotros en nuestra propia sabiduría, la apliquemos conforme a su verdad y existencia, y obviamente, a su voluntad.

Se puede aplicar la fe como se quiera, siempre apuntando en los designios de Dios a favor de la evolución del ser humano. Aunque, y de manera muy certera, la teóloga Wilcady Dumé, afirma que la fe no tiene poder en si misma, sino por como se aplica. Anexando que, no sólo entra dentro de la religión, sino que en cualquier aspecto de la vida.

En psicología, se entiende algo más. Según el psicólogo José Diaz, y en base a estudios realizados en Harvard, se ha podido comprobar que la fe, tiene impactos positivos en el cerebro, y por consecuencia, en la salud integral del cuerpo.

Por último pero no menos importante, también es válido el punto de vista de la Metafísica. Conny Mendez, autora Venezolana de libros basados en Metafísica, determina que la fe es un poder innato del ser humano, manifestada a través de energías, tal cual como el universo. Dichas energías son capaces de atraer circunstancias y situaciones a tu vida.

Sólo basta con decretarlo y creer en ello, pero con cierto conocimiento y convicción, sin dejar espacio para las dudas o el temor, que terminan logrando el efecto contrario.

Y pues así vemos, como incluso en ramas tan distintas, de una u otra forma, el ser humano termina creyendo en algo.

Las fuentes citadas en esta parte corresponden a este interesante artículo.

Al final del día, tenemos que creer en algo.

Sencillamente es algo propio de nuestro ser. Tenemos la necesidad de creer para seguir creciendo. No importa que incluso no seas un creyente ferviente de alguna religión, tu esencia misma te hace creer en algo. Incluso si afirmas que no, es seguro que hasta creer en ti mismo, cuenta para esta simple ecuación.

Creer es lo que nos ha hecho crecer tanto en tantos milenios de historia, y es lo que nos seguirá manteniendo a flote (al menos eso espero yo).

Foto de portada por Audrey Badin en Pexels

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