La tiranía como tránsito a la democracia

En algún post de noise.cash mencioné que los antiguos Helenos comenzaron a preferir a tiranos como gobernantes, casi como paso natural hacia la democracia. Aunque parezca paradójico la cosa tiene sus razones.

Eupátridas

Piensen que los helenos eran muy temerosos de los caprichosos dioses. No convenía enfadarlos porque de lo contrario les condenarían a miles de desgracias (sequías, tormentas, maremotos… lo que fuese).

En las primeras etapas, las polis helenas estaban gobernadas por reyes. Los reyes eran descendientes directos de los dioses, héroes semidivinos. O bien habían sido escogidos por ellos (una estrella fugaz el día de su nacimiento y cosas así que indicaban algún tipo de designio divino).

Como escogidos por los dioses, solo los reyes podían conocer los misteriosos deseos de las deidades. Solo ellos podían saber cuándo iniciar una batalla, solo ellos podían realizar rituales míticos para consultar al Olimpo, conocer si las fuerzas divinas estaban de su lado, etc.

Cuando vean películas como 300, no se imaginen a Leónidas en primera fila. Más bien, piensen en un Leónidas en la retaguardia, realizando sacrificios y leyendo en las entrañas de animales si los dioses eran propicios para la batalla. Los reyes eran así semidioses, líderes políticos, pero también religiosos. En la antigua Hélade se les llamada los ‘eupátridas’ (los ‘bien nacidos’) que descendían de linajes divinos. Por lo tanto, deponer a un rey (peor aún asesinarlo) era contravenir la voluntad de los dioses o atacar a sus hijos. Mejor no arriesgarse con el hijo de Zeus, no sea que el 'papá lanzarayos' se enfadase demasiado.

Los tiranos

Con el tiempo, los helenos prefirieron comenzar a apoyar a gobernantes tiránicos. Digamos que eran líderes escogidos 'temporalmente' para afrontar una crisis o una batalla. Y digo temporalmente, porque estos tiranos no tenían que ver con los dioses, sino con las elecciones de los propios helenos. Imaginen algo como:

Vale, no podemos deponer a un rey y contravenir los deseos divinos. Pero un tirano… eso es otra cosa. Un tirano no es divino, solo un humano escogido por humanos. No es hijo ni descendiente de los dioses y, por tanto, no se enfadarán si lo deponemos. Podemos ponerlo, y después quitarlo. Hasta podemos envenenarlo, clavarle un puñal y tirar su cuerpo a un río si hace falta.

Así que, los helenos comenzaron a preferir a líderes tiránicos que podían ‘cambiar’. Esas etapas de gobiernos de tiranos tuvieron grandes ventajas. De modo que funcionaron como una suerte de transición desde los gobiernos divinos de eupátridas escogidos por los dioses hacia gobiernos más democráticos escogidos por los hombres.

La práctica de la tiranía y los dictadores también tuvo sus ecos en Roma.

No hace falta que les cuente cuantos emperadores y dictadores fueron, digamos, ‘revocados de sus cargos’ de una u otra manera. El caso de Julio César, viene que ni pintado en este mes en la que podemos recordar aquellos ‘idus de marzo’.

Me pregunto si en la actualidad, no estamos añorando esos mismos ‘idus de marzo’. Quizá estamos esperando a que algún pueblo decida ‘destituir’ de un modo u otro a su tirano endiosado y beligerante, como paso transitorio hacia un gobierno más democrático y más pacífico. Tal vez no sería mala idea inspirarnos en los antiguos helenos.

SU!

Imagen de la miniatura: Pisístrato, uno de los tiranos más célebres de Atenas obtenido de wikimedia Creative Commons.